El Plan Hidrológico de Júcar 2015-2021 no logra atajar el deterioro de las aguas superficiales ni tampoco de los acuíferos, tal como se desprende de los datos de seguimiento de 2018. De las 276 masas de la categoría río solamente 111 alcanzan el buen estado global, tras cruzar el potencial ecológico con los datos químicos.
Según la CHJ, resulta destacable que prácticamente la totalidad de las desembocaduras se encuentra en una situación de «peor que bueno». Es el caso tanto del Júcar y sus afluentes como del Vinalopó tanto en su tramo medio y bajo. La evolución temporal revela que aunque 46 puntos han mejorado, 17 han empeorado.
Del capítulo de los lagos se desprende un «ligero empeoramiento» al incumplir por mal estado químico. Solo en tres de los diecinueve para los que hay actuaciones previstas se alcanza un buen estado global al comprobar la evolución entre 2013 y 2018. De los nueve situados en territorio valenciano -Prat de Cabanes, Marjal dels Moros, Marjal y Estanys d'Almenara, l'Albufera, Ullals de l'Albufera, Marjal de Rafalell y Vistabella, Marjal de la Safor, Marjal de de Pego-Oliva y Els Bassars-Clot de Galvany- ninguno alcanza esa categoría de bueno o mejor. La laguna de Ontalafia, en Albacete, es la única que mejora su evaluación respecto a la registrada en el PHJ 2015-21.
En cuanto a los embalses, 23 de los 28 analizados alcanzan el potencial ecológico bueno o superior y el resto oscila entre el moderado (3) y el deficiente (2). Aunque en líneas generales hay una ligera mejora, solo el de Embarcaderos, en el término municipal de Cofrentes, empeora desde la aprobación del Plan Hidrológico al no alcanzar el buen estado químico. Construido en el cauce del río Júcar con una capacidad máxima de 11 hm³, actualmente está destinado al aprovechamiento hidroeléctrico en la central nuclear.
Y se detecta una situación de incumplimiento persistente en las presas de Alcora, María Cristina y Tibi por sustancias químicas como el tributilestaño (conservantes de la madera como biocidas y pesticidas usados también en pinturas antiincrustrantes aplicadas en cascos de buques) y el plomo en el caso del primero. Los otros dos, mientras, presentan altas concentraciones de plomo y níquel.
De las aguas costeras, los resultados muestran que, de las 8 masas de agua en mal estado en el Plan, únicamente la del Puerto de València mejora su diagnóstico inicial, aunque los datos los aporta la propia autoridad portuaria.
En cuanto a las aguas subterráneas mejoran las situadas en la Hoya de Xàtiva y Javalambre Occidental al hacerlo su estado químico. Por contra, pierden calidad respecto del diagnóstico las situadas en el Maestrazgo Occidental y en la Vall d'Albaida. En el primero de los casos por un empeoramiento del estado químico y en el segundo por el cuantitativo. De hecho, el test de balance hídrico (las extracciones no deben superar el recurso disponible ni presentar un descenso piezométrico significativo) no lo supera ninguna de las noventa masas sobre las que la Confederación Hidrográfica coloca la lupa desde hace años.
Salinidad y desertificación
Por su parte, el test de intrusión marina se aplica a 16 masas de aguas subterráneas donde es necesario analizar el posible avance. En cuatro de ellas no se ha producido ninguna mejora. Se trata de la Plana de Oropesa-Torreblanca, la Plana de Castelló, la Plana de Sagunt y Ondara-Dénia. Otro parámetro estudiado en el ámbito de la CHJ es de la desertificación vinculado con los usos del suelo con 2008 como año de referencia. De los datos disponibles, un total de 234.279 hectáreas presentan un riesgo muy alto, lo que supone un 5 % de la superficie total del ámbito de investigación.
