Rafael Blasco ha sido uno de los personajes más temidos de la política por el poder que ha ejercido desde las instituciones valencianas. Durante años se labró fama de conspirador, de oráculo, precisamente por los grandes secretos y documentación confidencial que sugería tener sobre distintos dirigentes públicos.

Empezó en política en el FRAP y allí coincidió con destacados dirigentes comunistas del momento, como Manuel Blanco Chivite. Tras defender que no se votara la Constitución, en los 80 ingresó en el PSPV y fue conseller de Presidencia y Urbanismo del Consell socialista de Joan Lerma. Tras su expulsión por el caso Calpe, Eduardo Zaplana lo recuperó como conseller de Trabajo en 1999. También ha sido responsable de Bienestar Social, Sanidad, Territorio y Solidaridad, además de portavoz del PP en las Corts. Fue condenado a prisión por el fraude de las ayudas a la cooperación y ahora esta a la espera de conocer la sentencia de las piezas 2 y 3 del mismo caso.