Nico tiene ahora dos años y medio. Pese a su corta edad, este niño valenciano ha pasado ya casi la mitad de su vida siendo un número más en la lista de espera para entrar a quirófano, esa en la que hay ahora 68.561 valencianos impacientándose y que acaba de marcar máximos históricos con una demora media de 133 días.

Para que «de media» los valencianos tengan que esperar cuatro meses y medio para operarse (de algo no urgente) siempre debe haber casos más rápidos y otros con esperas más amplias. El caso de Nico (nombre ficticio) es de los que suben la media, y mucho. Su familia tuvo que esperar un año completo, 374 días, para que al pequeño le trataran quirúrgicamente de un problema urológico que, además, podía tener complicaciones si la intervención no se hacía dentro de unos límites temporales.

Sus padres tenían claro que la patología no era urgente pero tampoco entendían «qué estaba pasando» para tener a un niño a la espera durante todo un año, motivo por el que decidieron interponer hasta dos quejas frente a la administración sanitaria. El periplo de Nico hasta la sala de operaciones empezó nada más nacer, cuando los pediatras recomendaron hacerle varias pruebas tras encontrarle una anomalía urológica. «Con diez días ya estábamos haciéndole ecografías», explica su madre Amparo.

Después de ser remitidos a Urología Pediátrica de La Fe y de más pruebas, con un año de vida, Nico entró en lista de espera. «Nos dijeron que lo mejor era operar», recuerda su madre. Era un 31 de julio de 2018 y todo parecía que se iba a resolver «más o menos de forma rápida», ya que en septiembre le hicieron al pequeño las pruebas del preoperatorio.

Fuera de la lista a los 300 días

«Pero no fue así. Me dijeron que ya me llamarían pero todo se alargaba y no llamaban. Así que empecé a llamar yo en diciembre», relata su madre. Les dieron explicaciones, en todo momento vagas, pero no soluciones y llegó junio. Casi cumplido el año, la familia decidió presentar una queja oficial por escrito, sobre todo después de comprobar «con sorpresa» que cumplidos los 300 días en lista de espera, Nico dejó de aparecer en lista, dejó de contabilizar como paciente para las cuentas que la administración rinde cada tres meses.

«El 27 de mayo consultamos a través de la página de la Conselleria de Sanidad y aparecía como activo y con 299 días de espera. Cuando volvimos a entrar, ponía que estaba dado de baja administrativa», explica Amparo. En la primera queja buscaron explicaciones que desde Sanidad no les dieron. «Nos dijeron que aunque estuviera de baja, en el servicio de Urología sí que constaba, que no nos preocupáramos». Sobre el por qué de la baja administrativa, silencio.

Tras la queja, la administración le dio por fin fecha de operación: principios de agosto, un año completo.

Repunte de la demora más alta

Nico ha salido ya de la lista de espera después de estar casi toda su vida esperando esa operación pero aún son legión los que llevan más de seis meses de demora, en concreto 18.064 personas, un 60,8 % más que solo tres meses antes. Además del aumento de pacientes en espera, este indicador es uno de los más preocupantes de todos los datos de la lista.

Sanidad reconoce que el indicador solo ha ido a peor: de 2017 a 2018 el aumento de estos largos demorados fue del 27,4 %.

Las cifras del último corte que dio el martes a conocer la conselleria -las peores en días de espera de todo el histórico del Botànic- motivaron ayer varias reacciones, desde la promesa del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, de que se combatirán con «eficiencia» y más capacidad inversora a las críticas del grupo parlamentario del PP, desde donde aseguran que ahora se está en la «etapa más negra», según el diputado José Juan Zaplana. «Es una falta de gestión total y absoluta, con una consellera desbordada», abundó el popular.