«En la lucha contra el machismo, ni un paso atrás». Este es el lema que más se escuchó ayer en un grito ensordecedor de miles de voces que recorrieron las calles del centro de València para silenciar a aquellos que quieren hacer oídos sordos ante una violencia machista que ya se ha cobrado la vida de 52 mujeres, asesinadas por sus maridos, compañeros o exparejas sentimentales en España en lo que llevamos de año. La última de ellas, una joven de 26 años, ayer mismo en Tenerife.

Encabezando la manifestación, con una gran pancarta contra el «machismo asesino y violador», en el que solo cabe un feminismo organizado, una fotografía de Beatriz Arroyo, la joven de 29 años asesinada por su pareja el pasado 10 de junio en Port Saplaya, Alboraia. Ella era la víctima número mil desde que comenzaron a registrarse las cifras oficiales de feminicidios. Para recordar a cada una de ellas, un grupo de mujeres, portando máscaras blancas y un gran lazo morado.

Esta marea humana contra el machismo, que partió de la Porta de la Mar a las 19.30 horas, llegó hasta el Ayuntamiento, donde se realizó un homenaje a todas aquellas mujeres víctimas de la violencia machista, así como a los niños que sufren sus consecuencias. Dejando bien claro que «no son muertas, son asesinadas».

La manifestación de València también estuvo marcada por las constantes referencias a la ultraderecha. «No vamos a permitir un retroceso en nuestros derechos», apuntaba Isabel, una universitaria que portaba una pancarta contra el líder de Vox.

El president Ximo Puig encabezó la representación institucional de la Generalitat y criticó que algunos partidos «intenten utilizar la mentira contra las mujeres», en alusión a Vox. Por su parte, la vicepresidenta Mónica Oltra mostró su indignación por el último asesinato machista en Tenerife y lanzó un mensaje de «unidad a la sociedad y de las fuerzas democráticas para dejar claro que estamos al lado de las víctimas para protegerlas y que estamos enfrentados a los agresores». El alcalde de València, Joan Ribó, recodó también aquellas «violencias casi invisibles, en forma de comentarios o actitudes machistas cotidianas o aquellas violencias a las que a veces nos acostumbramos, como las brechas salariales y los techos de cristal».

«La violencia de género no nos la hemos inventado nosotras», remarcan desde el movimiento feminista, que mostró toda su rabia contra toda violencia ejercida contra las mujeres, víctimas de violaciones, trata, explotación sexual o mutilación genital.