Noviembre acaba como empezó en la vertiente mediterránea, con el viento de poniente como principal protagonista. En las últimas semanas los acumulados de precipitación han superado los 100-200 l/m2 en aquellos sectores del norte y de las Béticas más expuestos a esta circulación. En cambio, en el suroeste y a orillas del Mediterráneo han sido más modestos, aunque curiosamente los frentes también han llegado vivos al sureste para seguir sumando este año. No olvidemos que en algunos observatorios de esta zona 2019 es el año más lluvioso desde que hay registros, y eso que todavía tenemos todo el mes de diciembre por delante. La situación de estos días ha sido un pequeño alivio para aquellas regiones en las que la sequía empezaba a ser muy preocupante, con restricciones de agua en algunos casos. Que no se olvide nadie, ya que parece que noviembre lo ha arreglado todo y ni de lejos es así. Además, en los próximos días seguiremos con el desfile de borrascas atlánticas que riegan sobre todo a la mitad norte. Esta circulación puede prolongarse semanas, alterándose con días más cálidos o más fríos.

Algunas de estas borrascas llegan al Golfo de León o al de Génova, sectores favorables a los procesos de ciclogénesis. De hecho, en los últimos días en algunos puntos de la Costa Azul francesa han caído más de 300 l/m2, provocando importantes inundaciones. Sin duda, este otoño será recordado por los episodios de lluvias torrenciales en la cuenca occidental del Mediterráneo. Ahora nos encaminamos al último mes de un año en el que los extremos meteorológicos han estado presentes en todas las estaciones, con precipitaciones de consecuencias catastróficas, sequías severas, tormentas y récords de calor y de frío. Un escenario cada vez más habitual como consecuencia del cambio climático, y con lo que tendremos que aprender a convivir.