Hoy se cumplen 24 días sin noticias de Marta Calvo Burón, la joven de Estivella de 25 años que desapareció el pasado 7 de noviembre en circunstancias desalentadoras para esperar un final feliz, después de quedar con un hombre de 37 años y convicto por narcotráfico que, además, se encuentra en paradero desconocido desde que supo que la chica había dejado una pista fundamental para relacionarle con ella: Marta envió a su madre la ubicación de la casa de Jorge, en la calle San Joan Bautista de Manuel, a las 5.55 horas de aquél jueves.

Y hoy se cumple, también, el sexto día de una búsqueda desesperada y con pocos precedentes en València, en la que más de cien agentes de la Guardia Civil -contando únicamente los uniformados- continúan desplegados por los montes entre Manuel y l'Olleria en un rastreo a ciegas a partir de lo que los investigadores de Homicidios de la Guardia Civil de València y de la UCO consideran más probable: que la abandonara en algún recoveco o escondrijo de ese amplio espacio geográfico, aprovechando cualquier accidente natural.

Así, los esfuerzos se centran en pozos, barrancos y canteras, mientras los buzos peinan el río Albaida en ese tramo, pero también siguiendo el curso del agua y revisando cada uno de los espesos cañares en ambas orillas.

A ese rastreo que llevan a cabo agentes del Seprona, de la Usecic, del grupo de rescate en montaña (Greim), del servicio cinológico con perros adiestrados en la búsqueda de personas y del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) para rastrear el río y los pozos, se une desde el aire el helicóptero, dotado con una cámara de alta resolución que permite radiografiar cada palmo de terreno.

De momento, el tremendo esfuerzo por encontrar alguna señal de Marta no está dando el resultado esperado, por lo que el despliegue no solo se mantendrá la próxima semana, sino que se reforzará con más efectivos para redoblar esfuerzos y permitir el descanso de quienes llevan casi una semana recorriendo todo ese territorio a pie.

Un wasap con su ubicación

La gran esperanza es que los investigadores de Homicidios consigan esta semana nuevos datos para poder acotar el espacio de la búsqueda. Hasta ahora, saben que el sospechoso, Jorge Ignacio P. J., cuya localización sería la mejor de las noticias para poder encontrar a Marta, se fue de casa el domingo, día 10, un día después de que la madre de la chica se presentase en su casa preguntando por la joven y advirtiéndole de que sabía que había estado allí porque disponía de un wasap con la ubicación exacta.

Los agentes han comprobado a través de sus movimientos que de Manuel se fue a l'Olleria, donde tenía un segundo piso alquilado, y de allí, al Puig, donde entregó su coche, un Volkswagen ranchera oscuro, a un amigo suyo con el encargo de que lo desguazara y se deshiciese de él, nada fuera de lo común para alguien que, como Jorge P. J., había pagado cárcel por controlar una entrega de nueve kilos de cocaína en Italia, que viajó a ese país en un escondrijo hecho por un experto en València. Así, ese colaborador, que ni siquiera fue detenido, debió creer que estaba eliminando un vehículo utilizado en un transporte de droga y no uno implicado en la desaparición de una chica.

La localización a tiempo de ese coche por el grupo de Homicidios de València evitó que llegara a ser destruido, y ahora el Equipo Central de Inspecciones Oculares (ECIO) de la Guardia Civil, junto con el laboratorio de Criminalística de València, lo han destripado en busca de evidencias del paso de Marta por su interior.

Una vez que Jorge, natural de Ibagué (oeste de Colombia, en el departamento de Tolima), aficionado al atletismo y habitual en carreras populares, entre ellas la Maratón de València, que corrió en 2017, entregó su coche en el Puig, se deshizo de su teléfono móvil y ya no ha vuelto a ponerse en contacto con ninguno de sus conocidos, por lo que sus movimientos son un misterio.