Garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos. Así reza el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6 de la ONU para el período 2020-2030, con el que este organismo internacional ha emplazado a los diferentes estamentos de nuestra sociedad a tomar medidas para garantizar el futuro de nuestro planeta.

Sobre ellos versaron distintos expertos en la materia, tanto del ámbito privado como público y de organizaciones no gubernamentales, en las instalaciones del periódico Levante-EMV en una distendida charla de más de dos horas de duración dentro de los desayunos organizados por este diario con motivo de los ODS y patrocinados por Facsa y Caixa Popular. Entre las principales conclusiones: la necesidad de concienciar y educar a la población en cuanto a la relevancia del ciclo integral del agua para nuestras vidas.

Los ciudadanos vemos cómo el agua sale del grifo... pero ¿qué pasa después cuando se va por el desagüe? Sobre ello hizo hincapié la concejala de Ciclo del Agua del Ayuntamiento de València, Elisa Valía: «Tenemos un problema muy importante con la dejadez del usuario. Cuando se tira de la cadena, parece que ya da igual.

En la pasada legislatura se invirtieron 10 millones de euros en desatascar las tuberías, sobre todo de toallitas. En el colector norte se consiguió evitar una catástrofe ambiental enorme. Es un consumo de recursos enorme por un mal uso de la red de saneamiento», advirtió.

¿Cómo es posible evitar ese mal uso? Con «educación». Es la respuesta de Enrique Cabrera, catedrático emérito de Mecánica de Fluidos por la Universitat Politècnica de València (UPV), que se mostró preocupado por «la falta de cultura y de concienciación» existente «a todos los niveles, tanto en los ciudadanos como en los políticos». «Aquí tocas el precio del agua o hablas de poner una tasa ambiental, que es en defensa del medio ambiente... y se acaba el mundo», adujo.

Así, recordó que es necesario concienciar y educar tanto a los gestores como a los técnicos y a los ciudadanos sobre la necesidad de gestionar adecuadamente el agua, de la que insistió que es una tarea que debe plantearse «a medio o largo plazo». «Hay que educar a la gente para que se dé cuenta de ello, si no el político va al corto plazo», remató.

Cabrera puso como ejemplo de la falta de concienciación el consumo masivo de agua embotellada. Según los datos que reveló la propia concejala de València, Elisa Valía, alrededor del 80 % de la población bebe agua embotellada en lugar de la del grifo. «El agua mineral embotellada tiene un coste energético de 800 kw/h/m3, la misma energía que supone elevar 1.000 metros el agua de un pozo; más el plástico... ¿Por qué no se bebe agua del grifo si energéticamente es menos contaminante y es más barata?», se cuestionó el catedrático de la UPV.

Tópicos y clichés sobre el grifo

En este sentido, la exconsellera de Medio Ambiente, María Ángeles Ramón-Llin, advirtió del «tópico» de que el agua del grifo tiene un mal sabor y de la creación de una serie de «clichés» en favor del consumo de agua embotellada. «Sabores hay muchos, pero el agua del grifo está en los parámetros adecuados para que se pueda beber», aseguró.

Con relación a ello, Cabrera relató la experiencia de Nueva York, donde, tras consultar a la población, se realizó una inversión en un tratamiento ultravioleta para eliminar el residuo del cloro del sabor del agua del grifo. El resultado: se ha reducido el consumo de agua embotellada en la ciudad que nunca duerme.

Mientras, Valía, que apeló a una mayor «valentía política», indicó que se debería tener en cuenta la posibilidad de estudiar ciertas bonificaciones fiscales o promocionar desde la administración el uso de filtros para que la gente beba agua del grifo.

También incidió en el tema de la «educación» el director del área de Saneamiento y Depuración de FACSA, Luis Basiero. «La concienciación es un debe del sector. Del saneamiento no se sabe nada, nadie sabe qué ocurre después. Yo he llegado a sacar un neumático de la entrada de una depuradora que alguien había tirado», expuso Basiero, si bien, como aspecto positivo, enfatizó que «las nuevas generaciones vienen con otro cariz».

«Si no lo aprovechamos es culpa nuestra», sostuvo. En ese aspecto, el responsable de FACSA apuntó que su empresa ha llevado a cabo campañas como «el WC no es un basurero» o «el monstruo de las toallitas», con la intención de que la ciudadanía tome conciencia de los problemas que supone realizar un mal uso de la red de saneamiento. «Es significativa la cantidad de profesores que salen anonadados de lo que contamos en los cursos que impartimos a los niños», advirtió.

Una «oportunidad»

El subdirector general de Infraestructuras Hidráulicas de la Conselleria de Medio Ambiente, José Vicente Benadero, recalcó su voluntad de hablar del agua «no como una problemática, sino como una oportunidad».

«El agua no supone costes, sino inversiones», insistió. «Cuando hablamos de saneamiento, toda esa inversión te vuelve, la recuperas», aseveró, para después recordar que la infraestructura actual cuenta con «muchas disfuncionalidades en las redes pluviales, acequias... por lo que a la depuradora de Pinedo va mucha agua que no debería ir allí, y se queda sin llegar otra que sí debería».

Por ello, Benadero apuntó la necesidad de invertir en el mantenimiento, la limpieza y la renovación de los alcantarillados. «Habrá quien dice que no luce, pero sí luce. Es un gran ahorro porque lo que haces ahí es para toda la vida», aclaró.

No obstante, Benadero reivindicó que la Comunitat Valenciana es la región de Europa que reutiliza una mayor cantidad de agua. Pero aún así, recordó que no toda esa agua se aprovecha: «Todavía estamos tirando de esa agua reutilizada alrededor de 170 hm3 directos al mar, unos 200 hm3 con los que van a parar a otros cauces».

¿Y por qué se tira? «Porque para reutilizar hay muchas fases: está el tratamiento, pero también llevar el agua hasta el lugar donde se pueda usar, lo que supone unos costes en energía fotovoltaica, regular ese agua, gestionar las concesiones...», explicó. «Es un trabajo abordable.

En un tiempo se reutilizará sí o sí o sí», aventuró de forma optimista. «Ese agua reutilizable tiene muchísimo valor. Es un bien de un valor incalculable», añadió Valía.

Ante ello, Ramón-Llin alabó el trabajo que se ha hecho en materia hidrológica en la Comunitat Valenciana. «Tenemos unas magníficas infraestructuras, somos la región que más agua reutiliza de toda Europa, nuestras redes presentan una gran eficiencia... y todo eso se ha trabajado en estas áreas independientemente del color político, porque tiene una parte muy técnica. Tenemos unos magníficos expertos en la Comunitat Valenciana a los que hay que escuchar y ponderar sus opiniones», incidió.

La exconsellera, no obstante, recordó que para mantener ese nivel «se requiere una inversión constante». «No es ya instalar nuevas infraestructuras, sino mantenerlas, renovarlas o invertir en aplicar nuevas técnicas», matizó. «Lo difícil no es invertir, es mantener... y ahí volvemos al tema de la educación», enfatizó el catedrático Cabrera para reforzar la exposición de Ramón-Llin.

«En una instalación, el mantenimiento es tanto o más importante que invertir», recalcó también Luis Basiero, que recordó que las actuales depuradoras que funcionan en la Comunitat Valenciana proceden de los fondos europeos FEDER de los años 90. «Tienen ya unos 20 años de edad y estos proyectos son a 25 años. Tendrán un ciclo más largo por la inversión en mantenimiento y la renovación», apuntó.

Asimismo, dentro del objetivo de cerrar ese ciclo del agua, Basiero contó que Facsa, junto al centro tecnológico AINIA, ya ha puesto en marcha un proyecto para utilizar el agua regenerada en la industria cerámica, y otro para darle el concepto de biorrefinería a una depuradora. «La idea es utilizar el fango como fuente de recursos para generar energía con ese biogás», explicó el responsable de FACSA. «La depuradora, de esta forma, es un ejemplo vivo de la economía circular», concluyó.

El problema de la regulación

La exconsellera María Ángeles Ramón-Llin quiso focalizar el debate sobre otro aspecto cuestionado: la organización de la administración para tomar decisiones en la gestión hidráulica. «El reparto de las competencias en distintas administraciones en materia de agua genera muchos problemas y lo único que hace es retardar las inversiones», aseguró Ramón-Llin, que sostuvo que «habría que reconvertir y racionalizar» las estructuras de los organismos de gestión del agua.

En ello incidió también Basiero: «Hay un problema del regulador. El agua es tan transversal que hay mucha gente implicada. Todos estamos de acuerdo en que hace falta ese cambio pero ¿cómo lo aplicamos?» «La CHJ o la propia conselleria tienen inversiones planificadas y aprobadas, pero sin ejecutar», advirtió en este sentido Valía, que lamentó que no exista una planificación a 10-15 años vista ya que, según apuntó, en ese período el acceso a los recursos hídricos puede variar en gran medida. «Esa situación hay que abordarla ahora, no cuando ocurra», apuntó.

Visión global de Oxfam Intermón

En representación de Oxfam Intermón, su responsable de Influencia y representante territorial en la Comunitat Valenciana, Ximena Medina, abordó la problemática desde una perspectiva más global. Así, incidió en que las dificultades en el acceso al agua «no pueden estar desvinculadas de la crisis de igualdad» existente en el planeta. «¿Por qué no se bebe agua del grifo en el Yemen o en algunos países de Centroamérica? Porque directamente no la hay», recordó.

Medina insistió en que todavía 3 de cada 10 personas en el mundo no tienen acceso al agua potable en su hogar, y que ésta resulta fundamental tanto para beber, como para la salud -ahí reivindicó la importancia que tiene el simple hecho de poder lavarse las manos para prevenir enfermedades- o para el trabajo, con pozos, canales de riego o abrevaderos. «El agua es un factor clave al que debemos garantizar que las personas puedan acceder», reclamó.