«Esto nos deja desnudos en la lucha contra el cotonet de Sudáfrica», asegura Carles Peris, secretario general de la Unió de Llauradors. Se refiere a la decisión adoptada el pasado viernes por la Comisión Europea y que supone prohibir el uso del clorpirifós y el metil clorpirifós, unos pesticidas que se utilizan para combatir diferentes plagas pero que son especialmente efectivos contra la Delottococcus aberiae. Este producto químico estaba en el punto de mira por su impacto ambiental desde hace tiempo, y las autoridades comunitarias han decidido no prorrogar la licencia para su uso en la UE a partir del 31 de enero.

No es la primera vez, ni la última, que el campo valenciano se enfrenta a la retirada de un producto por su impacto al medio ambiente. El problema, según explican desde la Unió, es que este pesticida en concreto, el más utilizado en España, es el medio más eficaz contra el «cotonet» y no existe una alternativa efectiva: ni química, ya que otros tienen una eficacia del 60%, según los expertos; ni biológica. El IVIA lleva tiempo investigando el papel de los depredadores naturales u otras posibilidades para frenar estas plagas importadas. En el caso de la ceratitis capitata (mosca de la fruta). La suelta de machos estériles, combinado con otros métodos, ha frenado el problema. La hembra pica la fruta y sus larvas pudren el interior. Con los machos estériles los huevos desaparecen de la ecuación.

En el caso del «cotonet» de Sudáfrica, sin embargo, Peris sitúa entre dos y cuatro años el plazo necesario aún para que esté listo el arsenal biológico, entre el tiempo necesario para su autorización por parte del ministerio, y su cría y adaptación al entorno. Su retirada hoy es «prematura». «Necesitaríamos una autorización excepcional para seguir utilizando el clorpirifós. Es lo que deberíamos pedir los sectores y las administraciones», apunta el dirigente de la organización agraria.

La Unió llama a evitar el «alarmismo» por la prohibición de este pesticida: «Estamos siendo capaces de adaptarnos a una citricultura más sostenible, no hay que tener miedo. Tenemos claro que hay que ir a esa agricultura, es lo que nos puede diferenciar y tenemos que promocionar».

Pero Carles Peris también pone el foco en la necesaria reciprocidad y en la vigilancia en la entrada de estos pesticidas en cítricos de países terceros: «Hacemos analíticas en lineales y aparecen pesticidas cuyo uso está prohibido en la UE. Es lo que nos cabrea. Esos países adquieren productos mucho más baratos porque caen aquí, y nosotros usamos otros más caros. Se benefician de producir más barato y pueden traer sus cítricos con un pesticida prohibido. Es un despropósito. No podemos ser los adalides de producir bajo normativas más estrictas y luego no corregir esta falta de reciprocidad», concluye.