«Sabes que la casa va a quemarse, pero solo llamas a los bomberos cuando el fuego ya no puede apagarse». Así de gráfico es Vicent Benedito cuando le preguntan por la emergencia climática. Para este profesor de Ingenieria Hidraulica y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de València, la situación es «aterradora». Benedito es uno de los once mil científicos e investigadores que hace un mes se unieron contra el desastre climático.
El manifiesto, con 40 años de datos acumulados sobre el deterioro natural, es un grito de alerta sobre los terribles efectos de no parar ya las emisiones de gases de efecto invernadero. «El problema no es ambiental, es económico. Pasa por limitar el desarrollo económico o el planeta reventará», advierte Benedito. En la misma linea se expresa José Antonio Sobrino, último premio Rei Jaume I de Protección al Medio Ambiente. Presidente de la Asociación Española de Detección y responsable de la Unidad de Cambio Global de la Universitat de València, defiende que los investigadores deberían estar «todos los días alertando sobre la crisis climática y los medios de comunicación haciéndose eco».
«Espero que haya un acuerdo en la COP25 y que sea efectivo», incide Sobrino quien asegura que la comunidad científica «no puede permitirse la desesperanza». «Nuestra obligación es seguir en la lucha y aunque la gente sí te escucha no podemos dejar de reconocer que no se ha hecho nada», admite. «Tenemos que seguir transmitiendo nuestro mensaje, con datos científicos para que el negacionismono lo tenga facil», remarca quien también firmó el manifiesto.
Patricia Pérez, bióloga y técnica de conservación de flora de Vaersa, coincide con Sobrino en que se ha de alertar tanto a los políticos como a la sociedad civil de las consecuencias de las emisiones de CO2. «Hay que concienciar», defiende, en busca de «un cambio de actitud y de costumbres». En ese punto, habla de «huir del consumismo y del excesivo uso del plástico».
