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¿Asesino en serie o adicto al sexo extremo?

La Guardia Civil y la Policía Nacional acorralan a Jorge Ignacio P. J., que se perfila cada vez más como un psicópata que elige a prostitutas como víctimas - Las pruebas lo relacionan de manera directa con la muerte de tres mujeres, hay otra fallecida bajo investigación en València y al menos tres supervivientes

¿Asesino en serie o adicto al sexo extremo?

El 9 de septiembre de 1998, la sociedad valenciana se convulsionaba con la noticia de la detención del primer y único -hasta ahora- asesino en serie de la historia criminológica de la Comunitat: un agente de seguros castellonense, gris, educado y formal, confesaba el asesinato de cinco mujeres en el plazo de 14 meses. Entre el 2 de julio de 1995 y el 12 de septiembre de 1996, fueron raptadas, golpeadas y estranguladas Sonia Rubio, de 25 años; Mercedes Vélez, de 23; Francisca Salas, de 28 años; Natalia Archelós, de 23; y Amelia Sandra García, de 22 años.

¿El nexo de unión? Su verdugo, Joaquín Ferrándiz, un psicópata con un perfil criminal propio de cualquier cinta de cine negro americano, a quien frenó la UCO gracias a que fracasó cuando iba a saciar su instinto asesino con una sexta víctima en el verano de 1998. Actualmente cumple una condena de 69 años de prisión en la misma cárcel donde estaba recluido Miguel Ricart, la de Herrera de la Mancha.

¿Es Jorge Ignacio P. J., el colombiano de 37 años recién cumplidos acusado hasta ahora solo del homicidio de Marta Calvo, el nuevo asesino en serie valenciano? Los indicios le señalan claramente: una muerte cada cierto periodo de inactividad, todas en un mismo entorno de sexo con consumo de cocaína en prácticas extremas de riesgo, con víctimas de físico y ambientes muy similares€ Y en todas, él fue el último hombre que estuvo con ellas.

De momento, y a la espera de que la Policía Nacional y la Guardia Civil criben todos los casos de prostitutas muertas en una aparente sobredosis de cocaína mientras practicaban sexo, las pruebas le vinculan con tres casos en los que las chicas acabaron muriendo y con otros tantos en el que las víctimas lograron sobrevivir. Ahora, hay una cuarta joven que falleció en circunstancias similares y cuyo caso está siendo revisado por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional de València. Y las investigaciones no han hecho más que empezar...

Las víctimas, hasta ahora

Son, por orden cronológico, Arliene Ramos, brasileña, de 32 años, muerta el 3 de abril de este año, tras sufrir una parada cardiaca por intoxicación con cocaína y metanfetamina 9 días antes, el 25 de marzo; Lady Marcela Vargas, colombiana, de 26, hallada muerta el 15 de junio, también por reacción adversa a la cocaína; y Marta Calvo Burón, valenciana, de 26 años, muerta (o asesinada) el 7 de noviembre en Manuel. Se les suma, ahora, otra mujer que también ejercía la prostitución en València, la brasileña de 25 años Cristiana Ferreira, encontrada muerta en febrero de 2015 en un piso de València, en otra supuesta reacción adversa al consumo de cocaína, después de un encuentro sexual con un hombre (o dos, según otras fuentes, lo que abriría una siniestra posibilidad de que Jorge P. J. -si se confirma su relación con el hecho- tuviese un colaborador, al menos en ese caso).

Los investigadores cuentan ahora con una importante ventaja: el testimonio de al menos tres supervivientes que ya han declarado en el atestado abierto tras la desaparición de Marta Calvo. La primera en hacerlo contó que sufrió una intoxicación grave estando con Jorge P. J. que la llevó a perder el conocimiento después de tomar una bebida que le ofreció el presunto asesino. Al despertar, halló cocaína en roca dentro de sus genitales, insertada por su cliente mientras ella estaba desvanecida. Podría ser la clave de cómo actúa el acusado, y el inicio de una perfilación que lo sitúa a cada paso de los investigadores más cerca del concepto de psicópata que busca la satisfacción a través de prácticas extremas aunque comporten la muerte de sus víctimas.

En la misma línea se sitúa el testimonio de otra superviviente que echó a Jorge P. J. de su habitación la misma madrugada del 7 de noviembre en que supuestamente mató a Marta Calvo porque estaba «muy violento» y temió por su integridad física. La chica desgranó a la Guardia Civil su «insistencia» en que tomara cocaína, que llegó a introducirle él mismo violentamente en la boca y en los genitales «mientras que él solo bebía agua».

Otra clave fundamental para armar la acusación de asesinato en serie que buscan los policías y guardias civiles de Homicidios a tenor del inusual criminal con que se enfrentan. ¿Por qué? Porque lo aleja de su propia versión de los hechos, la que desgranó durante cinco horas ante la Guardia Civil tras entregarse, en la madrugada del 4 de diciembre, en el cuartel de Carcaixent, y donde defendió que ambos habían consumido cocaína y que Marta había muerto accidentalmente durante esa práctica.

De ahí la importancia de encontrar el máximo número de mujeres que hayan vivido episodios similares con Jorge Ignacio P. J. y hayan logrado salir con vida de ellos.

En todos los casos, los mismos elementos: un encuentro sexual pagado y su imposición de que la cita fuese una fiesta blanca -usar cocaína como estimulante en los genitales durante el acto sexual-. Prostitución y uso de cocaína van en muchas ocasiones de la mano. Es una conjunción habitual por exigencia de los clientes, pero que ellas mueran es completamente anómalo. Y excepcional. Por tanto, hay algo más. Y eso buscan los investigadores para desmontar la versión del incriminado, cuya defensa se basa en la accidentalidad.

Demasiados «accidentes»

En todo caso, como remarcan jueces, fiscales y penalistas consultados por Levante-EMV puede explicar uno de los casos. Incluso, en el supuesto de una acción de un cocainómano empedernido adicto al sexo de riesgo extremo, en dos.

Pero, ¿y los demás? Esa sería, afirman, la principal base para armar una acusación de homicidio, aunque solo fuese por imprudencia. Una imputación grave, alejada de la mera denegación de auxilio que se le podría imputar por irse de las casas de citas sin procurar ayuda médica a las chicas o de la profanación de cadáveres en el caso de Marta Calvo (derivada del descuartizamiento que confiesa), pero que los investigadores ya barruntan como escasa después de las evidencias reunidas hasta ahora en su contra.

Con Marta, cuya desaparición ha sido el detonante para destapar las andanzas criminales de Jorge P. J., él mismo reconoce que murió estando con él. No podía negarlo porque la chica le envió a su madre un wasap a las 5.55 horas del 7 de noviembre para que supiera dónde estaba teniendo lugar el encuentro sexual con el investigado.

Admitida la presencia de la chica en su domicilio secundario, la casa de Manuel, reconoce que, una vez muerta, y a sabiendas de que era imposible sacar el cuerpo y meterlo en su coche sin que los vecinos lo advirtieran -una vía estrecha, habitada y en un pueblo pequeño-, afirma que optó por el descuartizamiento. Los investigadores han reunido pruebas de que ahí dice la verdad: la compra del serrucho, de las bolsas de basura, de productos de limpieza y otros elementos la misma tarde del día 7 lo confirman.

Pero, ¿es cierto que tiró los restos en varias bolsas en contenedores de Alzira y Silla? Es ahí donde comienzan las dudas. Las basuras de Alzira acaban en la planta de tratamiento de Guadassuar, una de las más modernas de Europa, donde cualquier desecho de más de 10 centímetros es detectado. Casi imposible.

Las de Silla, son tratadas en las plantas de Quart de Poblet y/o Manises, y los desechos que no pueden ser reciclados acaban en el vertedero de Dos Aguas. Por ello, ante la posibilidad de que diga la verdad, 30 guardias civiles rastrean al milímetro las toneladas de basura llegadas al recinto desde el 7 de noviembre. Pero, como también puede haber mentido, continúa la búsqueda paralela en los montes de Manuel y otros municipios próximos porque la prioridad es recuperar cuanto antes el cadáver de Marta, por su familia y por el bien de la investigación, ya que su cadáver encierra la verdad que Jorge P. J. pretende disfrazar.

Huellas y llamadas

¿Y qué hay de las otras chicas? Todas las evidencias le implican. En el caso de Arliene, la imagen de su cara captada por la cámara de seguridad a la entrada del piso de Cánovas utilizado como prostíbulo y una huella dactilar suya en un vaso con Coca-Cola en la mesilla de noche lo sitúan en el lugar. El juez del caso acaba de reaperturar la causa, archivada en mayo, y ha declarado secretas las diligencias.

En cuanto a Lady Marcela, un informe del teléfono móvil utilizado por el último cliente para contratar los servicios sexuales con la chica ubica ese terminal en l'Olleria, precisamente donde vivía Jorge P. J. Y hay más resultados de pruebas pendientes, que ahora se tratarán con máxima prioridad, entre ellas, las de ADN.

En cuanto a las supervivientes, está claro: todas reconocen sin ningún género de dudas a Jorge P. J., gracias, entre otras cosas, a la difusión de su imagen en este diario y en muchos otros medios de comunicación.

Así las cosas, los investigadores están acorralando al acusado, en prisión desde el día 6, y venciendo lenta e inexorablemente su estrategia de defensa.

Con cada nuevo dato descubierto, la imagen de Jorge Ignacio P. J. se acerca cada vez más a la de un psicópata, un depredador de prostitutas, precisamente un colectivo vulnerable por cuanto nunca, o casi nunca, denuncian los abusos y excesos de quienes utilizan esa vía para mantener relaciones sexuales que en no pocas ocasiones son de alto riesgo. Además, muchas de las mujeres (y hombres) que ejercen la prostitución son extranjeras, en situación irregular y en situación de trata, lo que multiplica exponencialmente su vulnerabilidad y, por tanto, la inmunidad para quienes las maltratan. O matan.

Los investigadores lo saben. Por ello, no solo revisan casos de mujeres muertas en distintos puntos de España en los que Jorge P-J. ha estado de paso o residiendo, sino que han hecho un llamamiento público para intentar que aflore el mayor número posible de supervivientes al presunto asesino de Marta. La estrategia ha empezado a dar resultado.

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