Álvaro tiene 9 años. El domingo, víspera del día de Reyes, lo tenía todo preparado para ir a la cabalgata de Sagunt aunque estaba intentando convencer a sus padres (Pablo y Beatriz) para ir a València porque él quería ir a ver a «los Reyes de València». Ayer por la mañana cumplió su sueño, aunque no de la forma que esperaba: Sus Majestades de Oriente, los que el domingo desfilaban por las calles del centro de València, le obsequiaron a los pies de su cama, pero no en Sagunt sino en el hospital de La Fe donde tuvo que ingresar de urgencias por una apendicitis.

Álvaro -y su hermano Sergio de 7 años- fueron dos de los más de 300 niños que recibieron un regalo en el Hospital La Fe de manos de los tres magos Melchor, Gaspar y Baltasar, que hicieron un esfuerzo tras la cabalgata y la noche de reparto de regalos para su cita con los niños enfermos.

Los tres se multiplicaron, prodigaron besos, abrazos y fotos y no pararon ni un segundo desde que llegaron de buena mañana al centro de Malilla. El tintineo de las monedas de oro del turbante de Baltasar anunciaba la llegada de los tres sabios por unos pasillos desiertos. Al otro lado de las puertas, alegría, risas y aplausos pero también caras de estupefacción y silencios nerviosos de los más pequeños que miraban incrédulos a ese señor con ropajes extraños que traía un regalo personalizado y los llamaba por su nombre.

Porque todos tuvieron un obsequio: los niños en diálisis, los ingresados en planta, los de Oncología, de Urgencias, los de la UCI, incluso los neonatos que, aunque «no son conscientes de lo que pasa, la visita es una alegría para los papás», según el jefe de Pediatría de La Fe, José Ramón Mínguez, que en su último día de trabajo en el centro después de 13 años quiso mantener la tradición de la entrega de regalos. «A mí los Reyes me han traído un nuevo destino. Hoy me despido», dijo.

El banco de juguetes

Las artífices de hacerlo posible un año más fueron Aure y Lola, dos integrantes de la Biblioteca del Usuario de La Fe que asumieron el trabajo de recoger y clasificar los regalos y organizar el reparto. Todos los que se entregaron ayer forman parte del banco de juguetes que gestiona La Fe y que se nutre de donaciones de particulares y empresas con juguetes nuevos para dar esa alegría añadida a las familias que pasan el día de Reyes en uno de los sitios menos deseados, un hospital. Para años venideros, el objetivo es llegar, no solo a los niños ingresados y sus hermanos sino también a los mayores.

Los niños lo agradecían, pero las caras del personal de las salas de hospitalización y, sobre todo, de los padres daban cuenta de que ayer era un día especial para todos. «La ves contenta y tus penas se pasan», reconoce Pedro José, de Elda, mirando a su hija Nayra de 4 años. «Lleva 7 semanas ingresadas y esta última ya se le está haciendo larga», comenta. La pequeña lleva esperando por una operación de columna «colgada» de un aparato extensor. Eso no le impidió esperar a los Reyes en la puerta de su habitación, entre aplausos y al grito de «¡Reyes, Reyes!» hasta que llegaron a su altura.

Una pequeña revolución en la planta de Peditaría en la que el personal era un niño más pidiendo fotos con sus majestades. «Estén en casa o aquí, la ilusión por el regalo es igual. Es un día diferente», explican Ana y Rosa, enfermera y auxiliar de enfermería.

De ahí, a la sala de lactantes. Abuelos con bolsas cargados de regalos por los pasillos y el carro de los medicamentos esta vez cargado de peluches y juegos de construcción. En Oncología Pediátrica, como en la UCI, los sabios siguen las reglas de aislamiento: mascarilla para entrar en las habitaciones y el mayor de los cuidados.

«Parecemos más bandoleros de Sierra Morena que reyes», comenta divertido tras la máscara Melchor que, pese al cansancio de una tarde y una noche largas, asegura que tenía «muchas ganas» de pasar una mañana de Reyes así. Para Gaspar, el esfuerzo también ha valido la pena. «No podíamos faltar», asegura al tiempo que aprovecha para pedir a los niños un esfuerzo extra con la dieta: «Comed más fruta y más verdura».

Las puertas se cierran tras ellos. Álvaro se queda en su habitación enseñándole a su hermano los regalos porque son los Reyes y es día para estrenar juguetes en casa, pero también en el hospital.