Juan Diego Rodríguez, el padre de Óscar, asegura que la lucha por que el asistente personal pueda entrar en las aulas continúa porque es «la solución real a la inclusión. El asistente personal de Óscar sabe cómo anteponerse a las conductas disruptivas de mi hijo. Le conoce y le sabe tratar. El 40 % del personal educativo es volátil y al año siguiente ya no está en el centro. Así que ya veremos cómo vamos el año próximo».

Por ello, el padre de Óscar asegura que sus reuniones con la Administración continúan. «La Conselleria de Igualdad afirma que el asistente personal es para mayores de 17 años, pero eso no es lo que dice la Ley de Dependencia (que asegura que es desde los 3 años y para el ámbito laboral y educativo). Y la Conselleria de Educación dice que el problema es que el asistente personal puede incurrir en intrusismo profesional con los educadores, los PT (Pedagogía Terapéutica) y los AL (Audición y Lenguaje), pero eso no es cierto. El educador es un apoyo necesario, pero un apoyo. Y el asistente personal es una figura que se adapta y es complementaria a los demás recursos. Nadie le quita el trabajo a nadie, ni se van a llenar las aulas de asistentes personales porque solo hay que mirar las ratios de alumnos con necesidades especiales en las aulas ordinarias. El caso de Óscar es el primero y esperemos que genere un cambio y rápido», explica.

La abogada que ha llevado el caso de Óscar, Sandra Casas, expone que la «sentencia era pionera como lo es que este joven tenga un educador para él todas las horas que haga falta. Y encima en la ESO. Esa es la inclusión educativa real y consiste en proporcionar los apoyos que precise cada alumno con necesidades especiales. Cada uno necesita unas cosas y una atención. Y es lamentable tener que acudir a los tribunales para conseguir lo que es un derecho».