Entra solo al instituto de Torrent, pero ese es el único recorrido que hace en solitario. En su clase le espera su educadora. Ella le acompaña en todo momento durante su jornada lectiva. En clase, en el patio, en el comedor y durante el cambio de aula. Todas las horas que esté en el instituto. Y eso, para un joven como Óscar, son palabras mayores.

De hecho, es el primer caso en la Comunitat Valenciana en el que un alumno con necesidades especiales cuenta con la figura de un educador en exclusividad para él. Un educador que no va «ciertas horas» ni tiene también que atender a más alumnos. Así lo ordenó un juez por sentencia, aunque el fallo era ambiguo al afirmar que el joven debía acudir a un aula ordinaria con los «apoyos necesarios que precise». Y llegaron los problemas.

Juan Diego Rodríguez, el padre de Óscar, sabía que el paso de su hijo a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) no sería como el de cualquier otro joven de su edad. La familia contaba con la primera sentencia en la Comunitat Valenciana donde un juez ordenaba que un alumno con necesidades especiales fuera matriculado en un aula ordinaria con los apoyos necesarios en favor de su educación inclusiva. Óscar no tiene dificultades en el aprendizaje. De hecho, es un joven con TEA (Trastorno del Espectro Autista) y altas capacidades. Óscar tiene dificultades en las interacciones sociales. Ahí es donde necesita el apoyo. Y no puede ser por tiempo limitado.

De esta forma y antes de que empezara el curso actual, la familia informó al IES Veles e Vents de Torrent sobre Óscar y su situación personal. Les presentó a su asistente personal y trabajaron las necesidades del joven. Empezó el curso el 9 de septiembre, pero el educador que debía atender a Óscar ciertas horas no estaba, así que la familia y el centro educativo pactaron que el joven acudiera a clase acompañado por su asistente personal, una persona que trabaja desde hace 4 años con el adolescente y sabe anticiparse y actuar ante las posibles conductas disruptivas o agresivas del menor. Sin embargo, la presencia de los dos (alumno y asistente personal) en el aula ordinaria apenas duró una semana. La familia contactó con la inspección educativa el 16 de septiembre para saber cuándo se incorporaría el educador que debía atender al menor, pero la inspección decidió que el asistente personal no podía entrar en el instituto. Y así, sin educador y sin asistente personal, los problemas no tardaron en llegar. La familia presentó recurso -con su abogada Sandra Casas, de Acción para la Justicia Social- ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) en aras de que el juez especificara cuáles eran esos apoyos que precisaba el menor para que su educación inclusiva fuera real.

Comunicación diaria

Desde el 7 de octubre, sin embargo, el IES Veles e Vents de Torrent se esforzó en que el joven estuviera acompañado en todo momento y proporcionó el servicio mediante la rotación de profesores de guardia, PT (Pedagogía Terapéutica), AL (Audición y Lenguaje) y la educadora del aula mixta. La educadora asignada a Óscar en exclusiva llegó el 14 de diciembre.

«Estamos satisfechos, aunque nuestra pelea para que Óscar pueda ir a clase con su asistente personal continúa. A nivel curricular los resultados han sido positivos porque mi hijo ha sacado cuatro 9, cuatro 8, dos 7 y un 6. En integración también ha ido bastante bien desde que está con la educadora a tiempo completo, pero la clave de que todo esté funcionando reside en la comunicación diaria que hay entre la coordinación del servicio de orientación, el profesorado y la familia. Le agradecemos al centro el esfuerzo que hace por mi hijo fuera y dentro de las horas lectivas», afirma Juan Diego.