Con motivo del centenario de la declaración del Castell d'Alaquàs como monumento nacional, que se celebró en la población de l'Horta Sud en 2018 y 2019, la empresaria viverista investigadora Matilde Ferrer creó y regaló al municipio una variedad de rosa que lleva el nombre del bello palacio renacentista, además de inaugurar allí una gran rosaleda. Su vistosidad y resistencia la han convertido en una flor buscada por profesionales del sector del paisajismo y la jardinería, hasta el punto de que ya ornamenta espacios exteriores de una quincena de palacios, monumentos y edificios emblemáticos de distintas ciudades españoles y europeas.

Ferrer, que es heredera de una tradición de viverismo en Alaquàs que se remonta a un siglo y presidenta de la Asociación Española de la Rosa, es una investigadora reconocida internacionalmente, de cuyos viveros han salido numerosas creaciones de rosas, algunas de ellas dedicadas a grandes personalidades.

Y ahora, la rosa «Castell d'Alaquàs» luce en los jardines del palacio de Fronteira, en Lisboa, un referente en Portugal entre los monumentos con la característica cerámica azul. También la flor se ha plantado en el palacio Casa Mateus de Oporto, un recinto monumental con un espectacular jardín que incluye más de 200 variedades rosas, una de ellas la creada en València. «Actualmente están pensando realizar una ruta de las rosas, dentro de los jardines», explica Matilde Ferrer.

Parador Nacional

Las personas que se hospedan en el palacio de Sigüenza, una regia fortaleza que hoy es Parador Nacional, pueden admirar asimismo desde las dependencias el intenso color fucsia de la rosa «Castell d'Alaquàs» porque se ha plantado en el patio interior.

Y un hito para la viverista es el encargo que recibió hace unos meses del organismo Patrimonio Nacional para que interviniera en la primera fase de adecuación de los jardines del Campo del Moro, en el Palacio Real de Madrid. Hace pocas semanas se plantaron los primeros 2.000 rosales de «Castell d'Alaquàs» a ambos lados de la alameda central que, con la llegada de la primavera, describirán dos franjas florales de vivo color que cambiarán la percepción de este emblemático espacio.En Madrid, la misma variedad se ha plantado en el Parque del Oeste, que tiene la gran rosaleda que compite con la del Retiro.

La ciudad de Sant Feliu de Llobregat, considerada entre los y las profesionales del sector la cuna del mundo de la rosa y la investigación, desde donde Pere Dot enseñó a hibridar a los principales viveristas de generaciones anteriores, también ha reclamado la variedad «Castell d'Alaquàs» para el palacio de Falguera, un edificio municipal del siglo XIX.

Además, en el convento de Roeulx, en Bélgica, un espacio dedicado hoy a ser un jardín de rosas, tras participar en un concurso, la «Castell d'Alaquàs» se ha quedado permanente «por el buen resultado que ha dado».

Camino de Santiago alemán

Finalmente, la rosa se está colocando en macetones o pequeños espacios en el exterior de iglesias que están en la ruta alemana del Camino de Santiago. La iniciativa ha sido del médico Norman Sinclair, afincado en Alemania e investigador de esta ruta, además de amigo de Ferrer, que ya la plantó inicialmente junto al templo de su población de residencia, Lengerich (en Renania del Norte, Westfalia) y también a las puertas de la iglesia de Turégano, en Segovia.

La rosa, que también se ha reclamado para algunos jardines privados, la lista de los espacios monumentales que lucen «Castell d'Alaquàs» se completa con recintos y zonas verdes de referencia de las tres principales capitales españolas. Así, además del Parque del Oeste de Madrid, la rosa está en el parque Cervantes de Barcelona y en la rosaleda de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València.