Seis hombres y tres mujeres, más otros dos suplentes masculinos, fueron ayer los seleccionados tras seis horas de entrevistas para componer el jurado que juzga desde hoy y hasta el 30 de enero el asesinato del alcalde de Polop, Alejandro Ponsoda. Siete acusados se sientan en el banquillo por la muerte a tiros del primer edil de la localidad en octubre de 2007, entre los que se encuentra Juan Cano, el edil que sucedió a la víctima en la Alcaldía del municipio tras la muerte de su antecesor.

La Fiscalía y la acusación particular que ejercen las dos hijas del munícipe asesinado les reclaman penas que suman más de 180 años de cárcel. Según las acusaciones, Cano habría urdido el crimen junto al empresario Salvador Ros, así como los responsables del club de alterne Mesalina de Finestrat, Pedro Hermosilla y Ariel Gatto; mientras que los checos Radim Rakowski y Robert Franek, junto al español Raúl Montero, habrían tiroteado a Ponsoda.

Todos ellos dicen que son inocentes y califican de «falsedades» el testimonio del testigo protegido que les sienta en el banquillo.

La selección del jurado consumió la primera jornada del juicio. Más de seis horas de entrevistas a 24 candidatos, en las que acusaciones y defensas agotaron el tope de cuatro recusaciones que podían plantear. Los candidatos entraron en la Audiencia pasadas las nueve de la mañana, aunque las entrevistas no empezaron hasta las once. Poco después de las 15.30 el jurado quedó formalmente constituido.

Aunque ayer estaba previsto que el fiscal, la acusación particular y las siete defensas hicieran sus alegatos iniciales, así como el interrogatorio de Raúl Montero, todo ha sido aplazado hasta hoy, donde inicialmente sólo se señaló el interrogatorio a los dos checos y a Ariel Gatto.

«¿Preferiría estar en otro sitio?»

«¿Le temblaría a usted el pulso para condenar a una persona a 25 años de cárcel?», «¿preferiría estar en otro sitio?», eran algunas de las preguntas que desde las acusaciones se les formularon para determinar la elección. Una de las recusadas por la acusación es una mujer que trabaja en las proximidades de Polop y quien dijo que no le gustaría encontrarse en su trabajo con alguno de los acusados.

Entre las cuestiones planteadas por las defensas se incidió en saber qué harían los jurados si supieran que una persona planea matar a otra o qué pensarían si conocieran que alguien no hizo nada por impedir un crimen pese a saber que se iba a cometer. Unas preguntas que iban dirigidas a conocer la actitud del tribunal popular frente a la declaración del testigo protegido.

Tras el arduo proceso selectivo, resultó un jurado joven cuyos miembros no tienen más de 45 años con estudios de informática, electricidad, alguna ingeniería y personal sanitario, con pocas referencias sobre el caso.

Juan Cano fue de uno de los primeros acusados en acudir ayer a la Audiencia, acompañado por amigos y familiares, sin querer hacer declaración alguna. Pero no fue así con otros compañeros de banquillo que aprovecharon los micrófonos para defender su inocencia.

«Claro que voy a declarar. Con dos cojones», así se expresaba el empresario polopino Salvador Ros, que aseguró que estaba deseando que se celebrara el juicio para limpiar su nombre y rebatir al confidente que le implicó.

«Me río yo del testigo protegido», dijo. Ros ha negado que estuviera enemistado con Ponsoda y ha dicho que «hace más de treinta años que no hablo con Juan Cano».

Otro que también habló fue Raúl Montero, quien aseguró que «yo tengo la vida arruinada. Nadie sabe lo que he pasado» y pidió que se buscara a los verdaderos culpables.