Los padres del sargento del Aire Francisco José Cardona Gil, fallecido el 26 de mayo de 2003 en el accidente del Yak 42 junto a otros 61 militares y trece tripulantes, por fin han podido recuperar los restos mortales de su hijo que aún se conservaban en Turquía. Según adelantaron ayer el Heraldo de Aragón y la Cadena Ser, y confirmó Francisco Cardona a Levante-EMV, los análisis de ADN han permitido confirmar que los restos biológicos enviados desde Turquia pertenecen al valenciano Francisco José Cardona Gil.

Una noticia agridulce pero que supone «una pica en Flandes» en la lucha que han mantenido Francisco Cardona y su mujer, Amparo Gil, desde hace diecisiete años. «Se acaba un periodo en el que hemos luchado mucho por lo que creíamos que era nuestro. Ha sido una lucha que nos ha demostrado que las cosas podrían haber sido muy distintos si hubiéramos tenido el mismo trato humano que hemos recibido en los últimos dos años», explicó ayer Francisco Cardona por teléfono a Levante-EMV.

Cardona alabó la «humanidad y sensibilidad» de la titular del Juzgado de Central de Instrucción de la Audiencia Nacional, María Tardón, que les entregó en mano, y en una comparecencia muy emotiva celebrada en la sede judicial, los restos del sargento Cardona. Otras 23 familias de los militares fallecidos también recibirán otros restos identificados y que remitió Turquia el pasado mes de diciembre. «Son muestras biológicas que no podemos enterrar, pero ya tenemos a mi hijo», lamentó Cardona quien considera que este último hecho pone fin a diecisiete años de lucha. «Hemos luchado mucho y hemos pasado muchos ratos desagradables».

Al drama del accidente y la chapuza de la investigación posterior y la errónea identificación de 30 de los cuerpos de los 62 militares fallecidos, cuando el Ministerio de Defensa estaba dirigido por Federico Trillo, la familia Cardona Gil recibió un cuerpo que no era el de su hijo, ya que éste fue entregado a otra familia que incineró sus restos. «Ni siquiera sé si las cenizas que conservo son las de mi hijo, porque no se pueden hacer pruebas de ADN».

Visitas a Madrid

«Han sido dos años de peleas, innumerables visitas a Madrid y de entrevistas con el Ministerio de Defensa» relató Francisco a este periódico el pasado mes de diciembre que saltó la noticia de que Turquía iba a entregar nuevos restos de las víctimas del Yak-42 a petición suya.

Además, Cardona señaló que, al menos, ellos sí eran conocedores tanto de la existencia de los tarros con los restos óseos como del fémur que meses después de la tragedia del avión fue enterrado en un cementerio cercano a Macka y después trasladado a otro en Trebisonda, donde, en el mes de diciembre, y en presencia del cónsul de España en Ankara, fue exhumado para ser entregado a España.

«Los forenses turcos nos habían dicho muchas veces que fuéramos a recoger los botes pero esa no era la manera» insistió Cardona en su momento. Tras las peticiones de la familia, y según la versión oficial difundida el pasado 18 de diciembre, en mayo de 2018, el Ministerio de Defensa pidió a la Audiencia Nacional que abriera un proceso de cooperación judicial con Turquía para verificar la existencia del fémur enterreado en el cementerio y tratar de identificarlo.

El sargento de Alboraia murió, junto a otros 61 militares, el 26 de mayo de 2003, cuando el avión en el que viajaban de vuelta a España tras una misión de paz en Afganistán, se estrelló en Turquía. En enero de 2017, el Consejo de Estado dio la razón a las familias: la tragedia era evitable.

«No tienen vergüenza»

Tal fue el malestar generado entre los familiares de las vícitmas fallecidas en ese trágico accidente, que a principios del mes de mayo de 2006, cuando se cumplieron tres años del suceso, Francisco expresó su decepción al decir: «No tienen vergüenza, me pasé muchos días visitando la tumba de mi hijo sabiendo que los restos no eran los suyos, y cuando se lo dije a Federico Trillo me dijo que era mentira». «Nuestros hijos murieron por un error que nadie asume y encima nos engañan» señaló hace ya 14 años.