Olas de récord y una importante subida del nivel del mar dejaron ayer un litoral totalmente desdibujado. El mareógrafo de Gandia registraba un ascenso de 80 centímetros, según indicaba el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, mientras que el del puerto de València también marcaba datos históricos. La fuerte sobreelevación asociada a los efectos de Gloria, observada en todas las estaciones de Puertos del Estado en el Mediterráneo, fijaba el récord en aguas de la Safor. «Los efectos más destructivos de los temporales se producen en situaciones donde se dan conjuntamente fuerte oleaje y una sobreelevación del mar, como ha sido este caso», señalaban fuentes ministeriales. La inestabilidad se mantendrá aún durante los dos próximos días, tal como se advertía desde el departamento que dirige José Luis Abalos.

«El oleaje ha sido extraordinario», incidía José Ángel Núñez , jefe del área de Climatología de Aemet en la Comunitat Valenciana. Núñez hablaba de marejada ciclónica, una inundación costera asociada con un sistema atmosférico de baja presión. «Los vientos en altura empujan la superficie marina y las rachas de Levante hacen que el agua se eleve por encima del nivel normal», explicaba. «En playas abiertas como las de Valencia el oleaje sube notablemente», señalaba Núñez, que volvía la vista atrás para recordar un episodio similar, el de la Dana de septiembre que afectó a la Vega Baja con graves efectos para la población, las infraestructuras y la agricultura de la zona.

El mar se traga el puerto deportivo de Benissa

El mar se traga el puerto deportivo de Benissa

La mar arbolada y las rachas de Levante de hasta 115 kilómetros en Oliva hora provocaron olas de casi nueve metros. «No pensábamos que lo veríamos aquí», admitía con un punto de sorpresa. Núñez, que ya ha advertido en los últimos años de los efectos del calentamiento global, ayer también recordaba que «aunque todo no puede ser cambio climático, lo cierto es que asistimos a fenómenos muy violentos que cada vez se dan más».«Son episodios más breves y de más corta duración pero con más carga energética», explicaba Núñez.

Un clima cada vez más extremo

En la misma línea coincidía Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universitat de Alicante. «Es debido al calentamiento del Ártico (refiriéndose a Gloria), que está provocando que la corriente en chorro de la que depende el tiempo en nuestras latitudes circule cada vez más, generando ondulaciones en el aire. Eso da lugar a la formación de gotas frías y éstas tienen efectos cada vez más intensos en el tiempo atmosférico», subrayaba Olcina. Presidente también de la Asociación nacional de Geógrafos Españoles, el catedrático Olcina incidía en la repetición de este tipo de fenómenos. «En el último año en el litoral mediterráneo hemos tenido al menos cuatro gotas frías intensas: en abril en la Marina Alta; en septiembre, en la Vega Baja y litoral de Murcia; en octubre en Cataluña y de nuevo en la Comunitat Valenciana», señalaba en Información.

Olcina remarcaba que el clima se está volviendo «progresivamente menos confortable y más extremo». Samuel Biener, climatólogo e investigador en la UA, ya vaticinaba hace días la magnitud del oleaje. «Desde 2016 asistimos a temporales de mayor virulencia especialmente en la costa con lluvias fuertes y viento de Levante», enfatizaba, para recordar los efectos del cambio climático.