Mimoun Asmaha vivió en la tarde del martes los «peores momentos» de su vida. Rebusca en su memoria y no encuentra una situación más angustiosa, a pesar de que hace poco más de un año se despertó de madrugada atrapado por la inundación que anegó el barrio de Venecia de Alzira, aunque pudo salir por su propio pie. Esta vez los bomberos entraron con una lancha a rescatarle tras quedarse aislado en el interior de una vivienda de una sola planta en la partida Materna, en las inmediaciones del barranco de Barxeta, que ya por la mañana circulaba desbordado por esta zona próxima a su desembocadura.

El joven marroquí había decidido permanecer en la casa que ocupa de forma temporal y cuidar de algunos animales de granja «confiado» en que, como le habían indicado su madre y su padrastro que con anterioridad habían residido en esa vivienda, aunque se desbordara el barranco el agua «no pasaba del primer escalón».

Un desnivel con media docena de escalones separa el comedor de las habitaciones y otras estancias. El agua llegó como esperaba al primer escalón y, aunque ya difícilmente podía salir de la vivienda, se mantenía tranquilo. Incluso pensó en pasar la noche en la casa, pero lejos de bajar, el agua que ya tenía dentro del comedor siguió subiendo. Cubrió el primer escalón y el segundo, también los tres siguientes y, según reconoce, pensó que lo que estaba pasando «ya no era normal». El ayuntamiento, además, había informado que el punto máximo de crecida del Xúquer se alcanzaría en torno a la medianoche y decidió que en la casa no se podía quedar, especialmente tras las intensas precipitaciones que se habían registrado la madrugada anterior.

Mientras el nivel del agua subía, la batería de su teléfono móvil se consumía a la carrera sin posibilidad de recargarla y crecía su angustia. Según su relato, llamó a su madre para pedirle que avisara a los bomberos. Se planteó salir de la casa, aunque sabía que intentar cruzar el barranco para llegar a Alzira era una temeridad. La corriente le hubiera arrastrado.

Otra alternativa pasaba por salir de la casa -el agua le llegaba a la cintura por el comedor- e ir a buscar por los campos un punto más elevado que no estuviera inundado para pasar la noche al raso. «Miedo sí se pasa», admitió, mientras reconocía que por momentos temió morir ahogado. «Es una situación muy difícil», apostilló.

En embarcación neumática

Su padrastro le comunicó que los bomberos estaban de camino, pero la espera se le hizo interminable. Tras comprobar el nivel del agua a la altura del puente que cruza el barranco, optaron por ir en busca de una embarcación neumática. La casa se encontraba a aproximadamente un kilómetro del polígono de Alzicoop por el que tenían acceso a esa recóndita zona rural con la barrera del barranco de por medio.

La tarde había caído y la oscuridad era absoluta. «Cuando los vi llegar tenía que haberme arrodillado y besado el suelo», comentó Mimoun, quien detalló que en ese momento apenas le quedaba un 8 % de batería en el móvil. Sacó a su perra en la barca y ayer regresó para ver el resto de animales. Varias gallinas y un conejo habían muerto ahogadas.

«Sinceramente, fue el peor momento de mi vida», relató este joven de origen marroquí que reside desde hace quince años en Alzira, mientras señalaba que también sufrió las inundaciones de noviembre de 2018. Entonces regentaba un establecimiento de comida para llevar en el barrio de Venecia. «Había trabajado hasta muy tarde y me quedé allí a dormir. Cuando me desperté sobre las 2.30 o las 3 de la madrugada estaban todas las luces apagadas y había agua por todas partes. Me sorprendió el agua, pero no fue tan grave, es la primera vez que veo una cosa así», comentó.

Por su parte, los vecinos de la barriada de Les Basses de Alzira también dejaron atrás en la medianoche del martes dos jornadas de angustia. «Han sido dos días de mucho nerviosismo esperando a ver qué pasaba. Si cuando no te dicen que el agua va a pasear por las calles pasa lo que pasa, cuando el ayuntamiento anuncia que puede pasear..., imagínate cómo estábamos». Los vecinos subieron a las partes altas de las casas todos los enseres de valor que pudieron a la espera de una inundación que, finalmente, no se produjo. Se habían dado todas las condiciones para que el barrio se inundara. El Xúquer bajaba muy crecido y también el barranco de la Casella, que no podía desaguar con facilidad. El nivel que alcanzó el agua en este torrente -llegó a 4,15 metros- obligó a cerrar la compuerta que regula el desagüe del barrio para evitar que entraran las aguas de escorrentía.

«La suerte que tuvimos ayer por la tarde -por el martes- es que no llovió, si llueve lo que ha llovido hoy -por ayer- nos hubiéramos tragado toda el agua y estaríamos con medio metro en el barrio», señaló ayer el presidente de la asociación de vecinos, Pascual Carrasco, quien manifestó el hastío de los residentes. «La gente está más que harta de que cada dos o tres años tengamos un susto, está resignada a que tenga que pasar como si tuviéramos la obligación de aguntarlo», manifestó.

«Se trata de una más y a esperar otra si no le dan solución o esperar que pase una gorda para que lo arreglen», apostilló Carrasco. A su juicio, la solución pasa por ampliar el barranco de la Casella, que es el que recibe todas las aguas de esta cuenca este de Alzira. Carrasco expresó su malestar por el hecho de que el ayuntamiento no se hubiera dirigido a la AA VV para informar de la evolución del río y los barrancos.