¿Sabía el lector que si quiere que el pelo le crezca rápidamente debe cortarlo cuando haya luna creciente? Si por el contrario su estilo es el del pelo corto, sería aconsejable que lo hiciera cuando la luna decrece. Al menos, «eso dicen». Esa apostilla es la más escuchada en el taller de saberes de Aras de los Olmos, una iniciativa que busca volver a las conversaciones entre mujeres en el lavadero, a las tardes de verano en las calles o a las noches junto a la chimenea contando historias.

El Ayuntamiento de Aras de los Olmos se ha propuesto poner en común todas esas historias, dichos, tradiciones, trabajos o, en fin, saberes que se han perdido a medida que los vecinos dejaban de socializar como antes. Así, una treintena de personas se reunieron en el hogar del jubilado de Aras de los Olmos, en mitad de la comarca de Los Serranos, en una gélida tarde para poner en común todos estos conocimientos.

De la treintena de participantes, cada uno esperaba algo distinto del taller. Pura aseguró que ella iba a aprender de los demás. Carmen fue para recordar cosas que se han perdido y que cree que se pueden recuperar, como los cuentos que le contaba su madre, una cuentacuentos nata como coincidieron todos los vecinos presentes. César fue herrero y llegó al taller dispuesto a enseñar la profesión a quien quisiera, como Rubén, un joven granjero que también se maneja en el arte de trenzar el esparto.

¿De dónde nace esta idea? De los propios vecinos. A través de la participación ciudadana surgió la propuesta de organizar quedadas donde reunirse e intercambiar saberes populares. Fue impulsado por la concejala de Cultura, Salomé Castro y lo lleva junto a Sandra Parra, quien coordinó el encuentro. «Soy millenial, pero vivo enamorada del pasado. Con este taller buscábamos volver a la raíz de estas sabidurías», señala. Sin embargo, Ni Castro ni Parra saben determinar en qué derivará el taller de saberes: «Puede ser lo que queramos que sea. Podemos terminar haciendo un libro con saberes populares, o una escuela de oficios, o una de mujeres: todo depende de lo que quieran los participantes».

A medida que van llegando, algunos de van presentando, como un recién llegado a Aras de los Olmos desde l'Horta. Allí ha encontrado su nueva residencia junto a su familia, pese a que su profesión la mantiene en Torrent. Apasionado de la caza con arco, está interesado en otras profesiones medievales, por lo que César, el herrero, se ofrece rápido a enseñarle a hacer cuchillos y otros utensilios con el metal. También Rubén se ofrece a hacer un taller con el esparto: enseñar cómo y dónde se recoge, cómo tratarlo y cómo trenzarlo. «Dicen que huele a muerto», añade José Vicente, y no tarda en explicar por qué: «la planta crece en riscos pedregosos y es muy peligroso recogerlo». Lo mismo ocurre, aseguran, con el té de monte.

De la misma forma que César se ofrece a enseñar, reprocha a sus compañeras (mayores, en su mayoría) que digan que solo «vienen a aprender». «Sabéis coser, por ejemplo, y sabéis llevar una casa a la perfección... ¡Y decís que no tenéis nada que enseñar!». «Era ley de vida», responden.

Sandra guía el curso y rompe el hielo: quiere aprender a recolectar plantas medicinales. En este sentido, Cristina avisa de que esta semana, por el mes, la temperatura y la luna, «toca cortar los rosales».

El recordatorio provoca una catarata de recomendaciones similares, que giran en torno a los ciclos lunares. «Podas en menguante porque la salvia no fluye, solo lo hace en creciente»; «los ajos se crían en menguante», «las plantas aéreas deben cultivarse en creciente y son bajo tierra, en menguante», intervienen entre todos.

En este punto se añade un dicho popular: «si el labrador contara, no sembrara». Pero los dichos continúan y varias vecinas aseguran que las judías hay que plantarlas «en día 7, 17 o 27»; otra asegura que los pepinos solo crecerán buenos si se plantan «el 3 de mayo» y que las viñas, que se cultivan en esta tierra, se deben podar en San Gregorio (12 de marzo) «para evitar que crezca cenicilla», un hongo que afecta a la planta. Otra de las presentes explica que su familia siempre ha cultivado rosas de azafrán y sabe extraer las hebras a la perfección.

En algún momento, la conversación da un vuelco y Carmen explica que su padre y su abuelo eran carniceros. «Cuando mataban a un cerdo, liberaban su alma tirando un hueso tierno de las costillas contra la pared», explica. En este punto, otra de las participantes cuenta que en un parto, su cerda tuvo once crías que nacieron sin patas de delante. «El veterinario me dijo que la habían cubierto en el giro de la luna», relata.

En cuanto a suposiciones se abre un debate respecto al uso de la pintura azul en las puertas de las casas. «A la cal le echaban azulete», explica Carmen, aunque nadie sabe de dónde procede este material. Uno de ellos lo busca en el móvil (estamos en el siglo XXI, casi todas las preguntas ya tienen respuesta) y explica que procede del cobalto. Google, una escuela de saberes de alcance mundial.

Talleres Paralelos

Intercambio generacional

Además de compartir y rescatar la sabiduría popular, desde la concejalía quieren intercalar las actividades de la escuela de saberes con otros talleres de empoderamiento o de herramientas tecnológicas para los residentes en Aras de los Olmos: fotografía, redes sociales, video o cartelería.

Un barco donde el rumbo lo marcan los tripulantes

"La escuela de saberes será lo que los participantes quieran que sea", señala una de las coordinadoras, Sandra Parra. Tanto la primera como la segunda reunión, programada para febrero, se centrará en analizar y buscar los saberes populares y ver quién los posee y cómo se pueden extraer. Aprovechar el talento o el conocimiento de una profesión de los participantes para poder enseñarlos a los demás, como es el caso del trenzado del esparto o de la extracción de las hebras de azafrán de las rosas que se cultivan en esta comarca.