Un territorio singular, dominado por la montaña de Cullera La montaña de Cullera ha sido, desde épocas muy remotas, un marco físico que ofrecía excelentes condiciones para el asentamiento de las diferentes sociedades y culturas que la han poblado. Si nos situáramos a vista de pájaro, podríamos describir un marco físico ideal para el asentamiento humano y precisamente por esta razón es donde se localizan la mayor parte de los yacimientos arqueológicos generados por el ser humano, que escogió este lugar para vivir a lo largo de siglos. Esta circunstancia no es una casualidad, sino que obedece al conocimiento de la posición geoestratégica de los accidentes geográficos que dominan el paisaje y que condicionan el medio. En unas breves líneas vamos a analizar cada uno de ellos y sus repercusiones en el control del territorio.

Por una parte, se localiza la bahía de Cullera, que ofrece unas inmejorables condiciones para el fondeamiento de naves y para el desembarco de lanchas ligeras hasta las tranquilas playas.

El segundo es la desembocadura del río Júcar en la propia bahía. Esta desembocadura, por su anchura y navegabilidad, sobre todo en el primer tramo del río hasta Alzira, permitía la circulación -tanto aguas arriba como aguas abajo- de pequeñas naves, ligeras y de poco calado, que podían arribar hasta el centro mismo de la población de Cullera.

El tercer elemento geográfico a tener en cuenta es la propia Montaña de Cullera. En esta elevación montañosa emergida desde la planicie aluvial, similar a un peñón entre las aguas del río, el mar y los campos de arroz, se localizan la mayor parte de los yacimientos arqueológicos de Cullera: las cuevas y abrigos rocosos, un fortín y una muralla carlista, y uno de los mayores complejos defensivos de la arquitectura andalusí de los siglos XII y XIII, el Castillo de Cullera con sus dos albacaras o recintos amurallados.

Una fortaleza de diez siglos de historia

El Castillo de Cullera, en la situación que ocupa en la actualidad, es una construcción de época califal (siglo X), erigida por el estado cordobés para el control y defensa del territorio, especialmente la zona litoral y desembocadura del río Júcar. A comienzos del siglo XI formará parte del sistema defensivo, frontera meridional, de la taifa independiente de València. En la primera mitad del siglo XII el territorio quedará incluido en la órbita política del imperio almorávide y después, en el imperio almohade.

El castillo paso a manos cristianas en el siglo XIII. La conquista de Cullera se produjo entorno al año 1239, tras la toma de Valencia. Durante varios siglos el castillo fue propiedad de varias Órdenes (Hospital, Montesa), señoríos (Segorbe, Terranova?), monarcas (Pedro IV, Martín I?), de la ciudad de València. Entre 1402 y 1707 fue incorporado al Real Patrimonio.

Durante los siglos XVII y XVIIII, el castillo gozó de un periodo de estabilidad política, en el que la ausencia de episodios bélicos dio lugar a un cambio de la fisonomía castrense del mismo hacía un aspecto más doméstico y amable. Sin embargo, en el siglo XIX se padeció una destacada actividad militar con la Guerra del Francés o de la Independencia, en la que tan sólo cabe destacar algunas obras de fortificación y, posteriormente, con las guerras carlistas, se efectuaron las principales obras de fortificación.

En la primera mitad del siglo XX se instaló una comunidad de frailes Franciscanos, que construyó un un santuario junto al castillo.

El Castillo de Cullera, patrimonio cultural y turismo

La fortaleza presenta una planta rectangular irregular, cuyos lados de mayor longitud corresponden a la muralla occidental, que es un muro de época isabelina que exhibe ordenadas aspilleras, y la muralla oriental, orientada al mar, en la que se halla la Torre Blanca. Los lados cortos están ocupados por la contundente Torre Mayor y el Baluarte, así como por un lienzo interrumpido por la Torre del Raspatller o Redona. En la esquina sureste se erige la Torre de Cap d'Altar.

En el primer nivel se ubica la Capilla o Ermita Vella, configurada por dos naves formando una "L". Destacan además el aljibe y el Patio de Armas o Pati dels Aljups.

Desde el Patio se accede a los pisos superiores de la Capilla: la Sala de Armas y la terraza de la Sala del Mar, esta última utilizada como vivienda del ermitaño o casteller y hospedería. Desde aquí, se accede también al cuerpo superior de la Torre Blanca y a su terraza. Desde este punto accedemos al adarve, desde el cual se asciende a la plataforma del Baluarte y, desde allí, a la Torre Mayor, el lugar más inexpugnable de todo el conjunto fortificado.

El castillo hoy es uno de los monumentos más visitados de la Comunitat Valenciana. Tras su restauración y puesta en valor, alberga en sus dependencias el Museu Municipal d'Història i Arqueologia de Cullera. El museo municipal fue reconocido como tal en 1997, e integrado en la red de museos de la Generalitat Valenciana. Posee una amplia colección de piezas de gran valor arqueológico e histórico que datan desde la Prehistoria hasta la Época Contemporánea. Actualmente se encuentra ubicado en un entorno arquitectónico y artístico de primer orden: la Capilla Gótica del Castillo de Cullera. En su visita es posible recorrer todas las etapas históricas y los hechos decisivos de la historia de Cullera mediante audiovisuales, pantallas táctiles y vitrinas expositoras. El museo posee una interesante colección de armas históricas de los siglos XIX y XX que se exponen en la Sala de Armas del Castillo de Cullera.

Otras estancias, como la Sala de Armas, exponen la colección de armas blancas del Ayuntamiento junto a escudos de la ciudad o cartografía histórica. Hay espacios dedicados a las exposiciones temporales o espacios que se proyectan audiovisuales en gran formato que, de forma didáctica, explican la historia del monumento.

El Patio de las Cisternas es escenario de propuestas culturales de todo tipo: eventos musicales, teatro, danza, o folclore valenciano. Se trata de un espacio polivalente que permite un uso variado y continuo del castillo.