El debate que el pasado fin de semana abrió el acalde de Bellreguard, Àlex Ruiz, sobre la necesidad de replantearse el urbanismo de la costa, especialmente en lo que respecta a los paseos marítimos, no es, ni mucho menos, una novedad. En 2009, la jefa de la Demarcación de Costas en la Comunitat Valenciana, Lidia Pérez, ya planteaba, en una reunión que mantuvo con alcaldes de los municipios del sur de la comarca de la Safor, «modificar» los paseos marítimos de Bellreguard y Piles como una de las medidas posibles para solucionar la regresión que sufren las playas del sur.

Es decir, la propia Administración del Estado ya ponía estos espacios, que han quedado destrozados tras el paso de la borrasca Gloria, en el foco del problema. En aquel encuentro la representante de Costas no concretaba en qué consistiría esa «modificación». Lo único cierto es que no se ha hecho absolutamente nada en estos once años, ni ahí ni en otros «puntos negros» de la comarca, como Tavernes de la Valldigna, donde la regresión de la Goleta es un problema muy grave desde hace tiempo.

Esta medida se incluía en un estudio realizado por la Universitat Politècnica de València (UPV) sobre la gestión del litoral entre los ríos Xúquer y Molinell. El trabajo estuvo coordinado por José Serra, catedrático de Puertos y Costas de este centro universitario.

Rechazo a los diques

En dicho informe se apuntaban, además, soluciones «blandas» para evitar la regeneración, que pasaban por la creación de un cordón dunar natural, vertido de importantes cantidades de arena y un mantenimiento posterior mediante la redistribución del material. A su vez, descartaba actuaciones «duras», como la creación de diques. Serra, presente también en aquella reunión, aseguraba que las actuaciones que proponían los técnicos permitirían evitar la regresión. Lo que ocurre es que ha existido una inactividad manifiesta.

Por ahora, desde la Demarcación de Costas no se han pronunciado sobre qué acciones van a llevar a cabo no solo para recuperar los daños ocasionados por Gloria, sino para evitar que futuros temporales vuelvan a causar tantos desperfectos.

El alcalde de Bellreguard, por ejemplo, sí que se ha mostrado dispuesto y abierto a que desaparezca su paseo marítimo y se recupere para el mar ese tramo. Es más, la medida no ha sido del todo mal acogida por la ciudadanía. Tras los últimos envites climáticos existe cierto consenso científico respecto al incremento de la frecuencia de este tipo de fenómenos, que pueden ser fatales para las infraestructuras, tanto públicas como privadas.

Precisamente por ello las voces que piden un replanteamiento urbanístico del litoral, lo que incluye el papel de los paseos marítimos, se empiezan a extender entre los responsables políticos. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya apuntaba esta cuestión en su visita del pasado sábado a Peñíscola y Benicarló.

El Ayuntamiento de Bellreguard cifra en 500.000 euros el coste de los daños. El alcalde ya ha advertido que no va a llevar a cabo ninguna actuación en el paseo, uno de los más afectados de la Comunitat Valenciana, hasta que Costas tome una decisión, como publicaba Levante-EMV el pasado sábado.

Tema aparte es el caso de Tavernes de la Valldigna, donde no hay paseo marítimo y la barrera entre el mar y las calles son los propios edificios, que, de hecho, se han visto muy afectados en el último temporal, especialmente uno de los bloques de viviendas, donde habrá que actuar para evitar que su estado se agrave y afecte a la estructura general.

Además de las limitaciones que pueda fijar el Gobierno central, en el ámbito valenciano también se podría endurecer el Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral (Pativel), que señala la línea a partir de la cual no se puede construir.

En el caso de la playa de la Goleta, la fuerza del mar se ha llevado por delante las dunas, que fueron regeneradas hace apenas unas semanas, después de que ya desaparecieran en el potente temporal del mes de enero del año 2017. Gloria todavía ha sido más devastadora.