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Análisis

El Consell espera ganar un aliado y descongelar relaciones tras las elecciones en Cataluña

Puig considera que un regreso del Govern a los foros territoriales allanaría la reforma de la financiación y la descentralización - El horizonte deseado es un Ejecutivo con no independentistas

Morera, Puig y Puigdemont, entre representantes políticos y empresariales valencianos y catalanes en septiembre de 2016. m. a. montesinos

El Consell recibe con los brazos abiertos el anuncio de unas más o menos prontas elecciones en Cataluña. Cualquier movimiento representa la posibilidad de un cambio de escenario. El actual es el de relaciones congeladas con un vecino que es además el principal cliente y proveedor. Es así desde la vía unilateral del Govern sellada el 1-O de 2017. Los encontronazos posteriores del jefe del Consell, Ximo Puig, con el presidente catalán, Quim Torra, solo han rubricado la frialdad diplomática con las instituciones independentistas. No ha sido así con la patronal catalana ni con el PSC: Puig ha desarrollado agenda en Cataluña en los últimos meses a favor de las posiciones de diálogo y de regreso al entendimiento institucional.

Pase lo que pase, la convocatoria de elecciones en diferido (no hay fecha concreta, dependerá de la aprobación de los presupuestos autonómicos) anunciada ayer por Torra es ya un avance, aseguran fuentes de la Presidencia valenciana. Lo ideal (no esconden su deseo) es que el resultado fuera un cambio de gobierno en Cataluña, que diera entrada a fuerzas no independentistas.

En todo caso, si se abre la senda hacia posiciones más pragmáticas y menos maximalistas en Cataluña, Puig confía en ganar un aliado en los debates territoriales que España tiene sobre la mesa: el de la financiación autonómica es el más urgente para los valencianos, pero también anhela el refuerzo de las estructuras federales del Estado (la conferencia de presidentes o los debates anuales entre ellos en el Senado) y la descentralización de instituciones.

La lectura que realizan en los despachos del Palau de la Generalitat y de la Conselleria de Hacienda es que el vecino del norte puede ser un compañero en las batallas pendientes, porque los intereses económicos son convergentes frente a las comunidades del norte, marcadas por una menor densidad de población.

Una alianza entre la principal comunidad gobernada por la izquierda y el segundo territorio más poblado y más rico podría derribar muros en el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Es una posibilidad aún distante. «Pero más cerca que hace unos días tras el anuncio de elecciones», precisan las fuentes citadas.

Las relaciones con Cataluña desde el cambio político en la Comunitat Valenciana en 2015 han pasado por dos fases: una primera de reconstrucción e idilio con Carles Puigdemont, coronada con el desembarco en València de una expedición con buena parte del Govern, representantes de los distintos partidos y del empresariado catalán. Y otra de alejamiento y frialdad a partir del referéndum por la independencia, la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la llegada al trono catalán de Torra.

En esa última fase estamos. No obstante, Puig ha realizado movimientos estratégicos en los últimos meses para apuntalar la apuesta por el diálogo de Sánchez y abrir vías de comunicación entre la política española y el poder empresarial catalán.

La oposición valenciana, sin embargo, no tiene una visión optimista del panorama. Para PP y Cs, es necesario que Sánchez anule la reunión con Torra. Tanto Isabel Bonig como Toni Cantó sostienen que Torra ya no es presidente. El dirigente de Cs cree que debe ser destituido y Sánchez convocar elecciones. «Es urgente aplicar la Constitución para evitar más delitos, dice Cantó. Bonig añade que los catalanes no se merecen un gobierno que sólo está pendiente de mantener en el poder entre luchas internas y llama a Sánchez a no dialogar con quienes quieren acabar con el Estado.

PSPV y Unides Podem son críticos con Torra. Compromís traslada la valoración de la decisión de Torra a los catalanes.

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