P ¿Le sorprenden episodios tan destructivos como la reciente borrasca Gloria?

R No me sorprenden. La frecuencia de episodios extremos como el vivido estos días se está incrementando. Es un anticipo del clima del futuro, aunque eso no significa que todas las tormentas vayan a ser como ha sido Gloria. Todos estos cambios están íntimamente relacionados con el calentamiento global, nos tenemos que preparar para lo que está por venir.

P Viendo borrascas tan dañinas, gotas frías tan repetidas... ¿Cómo puede haber gente que niegue el cambio climático?

R Es difícil de entender, utilizan argumentos que no son válidos científicamente. El proceso que vivimos no es una cuestión de fe, hay evidencias muy sólidas que dicen que el clima está fuera del rango de variabilidad de los últimos 15.000 años. En la historia reciente no hemos tenido un clima tan caliente.

P ¿Piensa que todavía se está a tiempo de revertir la situación?

R Hay que ser realistas, y lo evidente es que el cambio climático no se puede parar, aunque está en nuestras manos minimizar su magnitud. Podemos reducir al máximo las emisiones de gases con efecto invernadero para minimizar el calentamiento, que la magnitud del cambio sea la menor posible.

P El Gobierno obligará a los municipios de más de 50.000 habitantes a crear espacios de bajas emisiones, ¿es suficiente?

R Es necesario, pero no es suficiente. Me parece una idea fantástica; es más, creo que deberíamos ir a ciudades más peatonalizadas, no puede ser que el 80 % del espacio de las ciudades esté dedicado a los coches y no a las personas. El derecho a la movilidad no puede ir en contra del derecho a la salud. Las medidas que fomenten que se use cada vez menos el vehículo son muy positivas; aunque al principio generen reticencias en la población, luego la gente está encantada.

P El Ejecutivo también ha declarado la emergencia climática.

R La declaración no arregla nada, no deja de ser una declaración de intenciones, pero es positivo porque pone el problema en el centro de la agenda política. Hasta ahora el medioambiente era una cuestión secundaria. Ahora bien, la declaración debe venir acompañada de medidas concretas. España debe ir decididamente hacia la descarbonización de la economía, ahí vamos muy retrasados. No hemos ido más rápidos por la presión de las compañías automovilísticas y petroleras. Tenemos que tener claro que el uso del petróleo es el pasado y el presente, pero el futuro no va por ahí.

P ¿Y cómo se pueden frenar los efectos del cambio climático?

R Podemos hacer muchísimo más de lo que nos creemos, el problema es que implica ciertos sacrificios y es más fácil decir que es un problema del Gobierno o de las grandes empresas. Debemos ser conscientes de que nuestros actos tienen consecuencias. Creo en la posibilidad de hacer las cosas mejor, aunque siendo fríos no podemos ser optimistas: los tiempos que teníamos para solucionar los problemas se están acabando.

P¿A qué debemos acostumbrarnos?

R Los destrozos causados por tormentas van a ser cada vez más frecuentes. También nos vamos a tener que acostumbrar a las gotas frías, a convivir con menos agua porque habrá menos precipitaciones. Vamos a tener que acostumbrarnos a vivir con un clima más parecido al actual en el norte de África, más sahariano, que implica más problemas de salud. Además, como el clima se está arificando, cada vez habrá un mayor movimiento de partículas de suspensión, que provocará problemas respiratorios.

P ¿Qué perspectivas ve para la agricultura?

R Pensemos que el trasvase va a desaparecer, porque el Tajo no tendrá agua para trasvasar. Y buena parte del regadío se basa en ese trasvase, pero esto no puede coger de sorpresa a nadie. Hay que repensar el modelo de la agricultura.