Ayer, como cada mañana, Mónica Su decidió salir a pasear a sus perros. Y como de costumbre, se cruzó con su vecina, a la que saluda todos los días. Excepto ayer. «Cuando le he dado los buenos días su actitud ha sido la de apartarse e irse, ni me ha saludado», explica. Cuenta que la clientela del restaurante de sus padres ha bajado drásticamente las últimas dos semanas. Belinda Cheng, estudiante de animación 3D, cogió ayer el autobús como cada día. Pero en esta ocasión notó como todas las miradas se clavaban en ella. Dos días antes, un grupo de adolescentes le gritó «coronavirus» por la calle. Tanto Mónica como Belinda nacieron en España, una en Xátiva, la otra en València.

La epidemia del coronavirus ha sido la chispa para el aumento del racismo hacia la comunidad asiática y de «chinoles» (españoles nacidos de padres chinos) en toda Europa. También en la Comunitat Valenciana. Algunos de estos españoles de origen chino sacaron adelante la campaña «No soy un virus», que busca desvincular a la comunidad china de la epidemia del coronavirus y evitar un repunte de la xenofobia hacia esta comunidad.

Entidades como la Organización Internacional por los Derechos Humanos también tuvieron que mandar un mensaje contra estas actitudes a través de las redes sociales. Ayer mismo, la embajada de China en España hizo un llamamiento a evitar la discriminación contra este colectivo, en la que subrayó que «el enemigo es el coronavirus, no los chinos». Susana Ye es periodista y autora del documental «chinoles y bananas», lanzado en 2015. Señala que el coronavirus ha actuado como una premisa que deriva en actitudes racistas. «Hace que mucha gente suelte lo que piensa escudándose en que tiene motivos para preocuparse. Con eso intentan autojustificarse a sí mismos y a nivel social para perpetrar lo que no deja de ser un ataque y una falta de respeto hacia las personas que tienes enfrente», asegura.

«Me parece prejuicioso que por mirarme un segundo hagas una biografía completa de quién soy yo. El coronavirus ha servido para despertar otras cosas, en concreto un dedo acusatorio hacia la comunidad asiática o todo aquel que tiene rasgos asiáticos. Esto es un prejuicio racista, porque viene determinado por tener los ojos rasgados. Y esto es racismo. Prejuicio, ignorancia, falta de información, lo podemos llamar como queramos, pero mientras el motivo sea tener los ojos rasgados, todo eso es xenofobia».

Racismo cotidiano

Aunque la epidemia del coronavirus ha supuesto un repunte de la xenofobia hacia la comunidad asiática, esta sufre una discriminación cotidiana que no depende de ningún virus ni epidemia, sino de su aspecto físico.

Luna Xin, nacida en Torrevieja, explica lo siguiente. «Antes atendía en una tienda de zapatos con mis padres, y muchas veces escuchaba a la gente antes de entrar decir que es una tienda de chinos. Y no se que pretendían al decir eso, porque la tienda de al lado estaba regentada por españoles, pero tenían el mismo producto de Elche. Además la gente entraba pensando que nuestros zapatos eran peores a pesar de que en la tienda de al lado vendían literalmente lo mismo».

Mónica Su, de Xàtiva, asegura que «este virus ha sacado el lado hostil y racista de las personas. No entiendo que se hagan comentarios a la cara que realmente molestan, aunque yo he decidido dejarlos pasar, porque no quiero rebajarme a su nivel». Añade que cuando le dicen que no pagan impuestos les ofrece un recibo. «Yo soy autónoma y cada tres meses pago el IRPF. Nunca he recibido ayudas, tan solo una beca en el primer año de carrera, desde entonces nada», asevera.

¿Y los «chinoles»? Para Susana Ye, en España no hay una aceptación de esa identidad híbrida de española con rasgos asiáticos. «La gente solo entiende que, o eres una cosa, o eres otra. Algo que me dicen muchas veces y me molesta es que soy española, porque realmente soy otra cosa distinta. Una tercera vía. Eso a la gente no le encaja. Siempre intento responder diciendo que es cierto que mi educación y la cultura donde me he criado ha sido la española, y que en ese sentido lo soy, pero al mismo tiempo mis padres son chinos y paso muchísimo tiempo con ellos. Mucha gente lo acepta pero creo que no llega a comprenderlo del todo».

Mensaje de tranquilidad

Desde las Administraciones se lanzó ayer un mensaje de tranquilidad para evitar alarmas infundadas entre la ciudadanía tras la reunión que los representantes autonómicos celebraron con el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

La consellera de Sanidad, Ana Barceló, instó a utilizar las fuentes oficiales para informarse de la evolución de la epidemia y garantizó la preparación de los profesionales sanitarios de la Comunitat así como de la aplicación de los protocolos necesarios en caso de una posible sospecha de coronavirus.