Cuando la emergencia del coronavirus acabe y se alejen los focos mediáticos la comunidad china seguirá siendo objetivo de prejuicios y estereotipos muy arraigados en la sociedad española. Un racismo cotidiano que, aunque en muchos casos no se verbalice, les afecta en su día a día y en su relación con sus vecinos. Para Susana Ye existen dos tipos de prejuicios hacia la comunidad asiática y «chinola». Los hay positivos, que sitúan a los chinos como una minoría modelo, y negativos, que los presentan como una amenaza.

«Los chinos son muy trabajadores, son muy inteligentes, son muy leales... Esto es cierto que tiene una base cultural, porque en la cultura asiática el trabajo es un punto central de la vida, es necesario matizar las cosas. Pero no todo son historias de éxito, hay chinos que fracasan y se vuelven a china con una deuda enorme, esas historias existen. Esos relatos también forman parte de la riqueza de una comunidad diversa», señala Ye.

«Ahora China es una gran potencia mundial, y ha pasado de ser un país raro a un contrincante, una amenaza. Más allá de eso existen muchos tópicos que hasta hace poco incluso se verbalizaban. Los chinos son marranos, comen perro y rata, los chinos no pagan impuestos, los chinos se explotan entre ellos... Una serie de cosas que mucha gente sigue pensando» apunta.

Para Susana Ye, la solución al problema es la pedagogía. «El objetivo que tenemos que perseguir es dejarnos de prejuicios, dejarnos de asumir y hacernos una idea equivocada del otro. Siéntate con la otra persona y saca tus propias conclusiones. Pero para esto es necesario crear comunidades y lazos, hablar con la gente y explicar las cosas. Al final es cierto que conviven en la misma sociedad prejuicios positivos y negativos».