El término de Castielfabib se localiza en el extremo noroccidental de la comarca del Rincón de Ademuz, que es un enclave valenciano situado entre las provincias de Cuenca y Teruel. Hasta 1261 Ademuz y Castielfabib no pasaron a formar parte del nuevo reino de Valencia, aunque el origen de este enclave se produjo por la donación del rey Jaume I de Arcos de las Salinas al Concejo de Teruel en 1269. Desde ese momento el Rincón de Ademuz integra el territorio valenciano, salvo en dos breves periodos a comienzos del siglo XIX. Torrebaja se segregó de Castielfabib a mediados del siglo XIX.

El poblamiento se distribuye entre la capital municipal, Castielfabib, y diversas aldeas y caseríos. La Cuesta del Rato y Los Santos se localizan en la orilla izquierda del río Ebrón; la primera se ubica a escasa distancia del límite con la localidad turolense de El Cuervo, en un resalte delimitado por los barrancos de la Rambla y de la Parada; Los Santos se sitúa cerca de la divisoria con Torrebaja. Es la aldea con más población y presenta una morfología alargada, paralela al río Ebrón. El Mas de Jacinto, aldea también denominada La Masada, se emplaza en la margen derecha del Turia, en la confluencia con la Rambla del Val del Agua, en el sector nororiental del término, cerca del límite con Libros. El Mas de los Mudos o La Masadica también se localiza en la margen derecha del Turia, en un altozano situado entre los núcleos de población de Torrealta y Torrebaja. Arroyo Cerezo es la población más elevada del Rincón, al situarse a 1.310 m de altitud, en el altiplano ubicado al pie de la Muela del Royo, en la margen derecha del Arroyo del Regajo. Está formada por tres agrupaciones de casas, conocidas como los barrios de Arriba, de Enmedio y de Abajo.

Un medio físico que condiciona las actividades humanas

Castielfabib posee una extensión de 108,2 km2, y es un territorio montañoso, de elevada altitud media y pendientes acentuadas. Las principales alturas son la Cruz de los Tres Reinos (1.557 m), llamada así porque su cima marca los límites entre los antiguos reinos de Castilla, Aragón y Valencia, el Peral (1.481 m), el Cabezo (1.442 m), el Frontón (1.344 m) y la Muela del Arroyo (1.338 m). Los relieves tabulares jurásicos y cretácicos del sector occidental del término dan paso, hacia el este, a extensas áreas de sedimentos terciarios como arcillas, margas o conglomerados. El terreno desciende de forma abrupta hacia el valle del Turia, y está atravesado por una densa red de drenaje.

El principal río es el Ebrón, tributario del Turia por la margen derecha, que se nutre mediante manantiales entre El Cuervo y la Cuesta del Rato. Atraviesa el término en dirección NO-SE y desemboca en el Turia ya en término de Torrebaja. El Ebrón posee un abundante caudal y una regularidad mayor que el Turia, debido a la aportación del acuífero de Albarracín, que se extiende hasta Castielfabib, a las precipitaciones medias de su cuenca y al discurrir por terrenos calizos no áridos. El río Turia tiene un recorrido norte-sur por el borde oriental del término.

El clima es mediterráneo continentalizado, con bajas temperaturas invernales y frecuentes heladas. Las oscilaciones térmicas son acusadas, con una marcada diferencia entre las temperaturas nocturnas y diurnas y entre las estaciones.

Un topónimo ligado a

su castillo

Junto a la actual Iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles existió un poblado íbero denominado la Villa Vieja. Los romanos asentaron una fortaleza en la cima del monte Fabio, de la que aún permanecen los basamentos, en el lugar donde se edificó posteriormente el castillo musulmán. El topónimo, Castellum Fabio, también se ha mantenido en el nombre del municipio, aunque con ligeras modificaciones. En época musulmana los husn o castillos de Castielfabib y Ademuz forman parte de las fortificaciones de que estuvieron bajo la influencia de la taifa de Alpuente. Más tarde perteneció a la de Albarracín y finalmente a los almohades de Valencia. En este periodo los musulmanes lo denominaron Qastàl Habib o Kast al-Habib.

El núcleo urbano de Castielfabib preside el valle del río Ebrón sobre un promontorio rocoso en el Cerro del Castillo, en un peñasco de fácil defensa. Del recinto del castillo se conservan tres torres y varios lienzos de muralla integrados en las casas, aunque en su mayor parte se encuentra en ruinas. La villa está escalonada, y presenta una morfología típica de las poblaciones islámicas, muy irregular, con calles estrechas y tortuosas, de acentuada pendiente y varios atzucacs (callejones sin salida).

El templo parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles es una monumental iglesia-fortaleza, asentada en una de las torres del castillo medieval, a modo de balcón sobre el valle. El edificio, de grandes dimensiones, se adapta a una pendiente abrupta y consta de cuatro alturas. Destaca una torre prácticamente exenta que se edificó entre 1595 y 1600, compuesta por una sección cuadrada y cuatro cuerpos. Una de las tradiciones más representativas es el volteo humano, en la que los castieleros se sujetan a la campana Guillermina para ser volteados junto a ella, en una demostración arriesgada de habilidad y valor.

Una economía rural, caracterizada por los bosques, la ganadería y el secano

La expansión agrícola de los siglos XIX y XX transformó la cubierta vegetal y redujo los espacios forestales. La disminución de la presión agrícola y ganadera en las últimas décadas ha dado lugar a la recuperación de extensos sabinares, pinares y carrascales. El abandono masivo de tierras de cultivo y de pastos se produce en paralelo a la expansión natural o artificial del bosque. En las áreas más elevadas existe vegetación adaptada a la alta montaña con formaciones como la sabina rastrera y el pino albar. El espacio forestal ocupa cerca de 9.000 Ha.

Las actividades económicas dependen tradicionalmente de la agricultura y la ganadería. La despoblación y el abandono generalizado de los terrenos de cultivo generan una crisis de la economía agrícola. En la actualidad existen 521 Ha cultivadas, de las cuales 452 Ha pertenecen a cultivos de secano y 69 Ha a producciones de regadío. La agricultura de secano se basaba en los cereales y el viñedo sobre laderas aterrazadas, aunque en los últimos años ha habido una expansión del almendro, que ocupa unas 256 Ha. La vega del río Ebrón está compuesta de feraces huertas que presentan un espectacular paisaje escalonado, como consecuencia de la disposición en graderío de los bancales en ambas márgenes. El manzano siempre ha sido el principal cultivo de regadío, con variedades autóctonas muy apreciadas como la esperiega, la miguela o la reineta. El abandono masivo de tierras de cultivo lo ha relegado a una superficie de apenas 30 Ha, aunque sigue siendo el principal cultivo irrigado. El agua ha constituido un importante agente modelador del paisaje. Se empleaba tanto para el regadío como para el aprovechamiento de varios artefactos hidráulicos. Los sistemas de regadío tradicionales se hallan, en general, en un estado de conservación óptimo, pese al abandono de numerosas parcelas.