Rubén Costa, (València, 1983) tuvo un día una idea: clonar el mecanismo por el que las medusas modulan la luz que emiten y poder así hacer unos leds más sostenibles. Lo que en principio parecía una idea «loca» le ha llevado ya con solo 36 años a recibir varios premios internacionales, liderar su propio equipo de investigación en el Instituto Imdea Materiales de Madrid y, desde ayer, ser el nuevo premio Fundación Princesa de Girona en Investigación Científica 2020 que busca, precisamente, poner en valor investigaciones innovadoras y con potencial de desarrollo en el futuro.

Su nombre se desveló ayer en la Universitat Politécnica de València al final de un acto organizado por la fundación que reunió durante toda la mañana a 300 jóvenes de 16 a 24 años y que contó con la presencia de la reina Letizia. A este doctor en química por la Universitat de València, la noticia le pilló en Madrid aunque sí envió un mensaje grabado para agradecer el «honor» que suponía un reconocimiento que lleva aparejado un premio en metálico de 20.000 euros.

«Realmente me he dado cuenta hoy del galardón económico. No sé aún cómo lo voy a invertir», reconocía Costa al que su proyecto de bioleds no le ha traído, por ahora, nada más que alegrías: primero fue una estancia de investigación en la Universidad alemana de Erlangen-Nuremberg; el proyecto en el Imdea y reconocimientos como ser nombrado por el MIT como uno de los mejores innovadores europeos menores de 35 años.

«Cuando empecé fue con una idea local, bastante feliz, y ahora somos un grupo de cinco personas, un equipo multidisciplinar» que está abriendo camino en un área muy poco explorada por ahora y que el mundo empresarial sigue con expectación.

La «idea loca» de Costa permitiría que la industria dejara de basar la producción de led en el itrio, un material muy escaso, no renovable y en el que se invierten muchos recursos tanto para extraerlo como para refinarlo y transportrarlo y cambiarlo por proteínas naturales con cualidades fluorescentes debidamente estabilizadas gracias a polímeros.

Desde que empezaron a clonar la forma en que las medusas se comunican -o más bien, cómo ciertas proteínas filtran la luz azul que emiten y la convierten en luces de diferentes colores-, el proyecto ha ido creciendo y el equipo de Costa ha logrado ya estabilizar este nuevo biomaterial que formaría parte de los led «de los primeros que tenían una eficiencia de 5 días a los 6 meses en los que estamos ahora», doblando también la cantidad de luz emitida. Con los parámetros correctos (la investigación ha dado ya pie a 4 patentes) las aplicaciones en la industria podrían dar lugar a una nueva generación de biopantallas sostenibles en su producción pero también a la hora del fin de su vida útil. Los avances de Costa podrían tener también aplicaciones en biomedicina mejorando «desde debajo de la piel» las terapias con luz.

El premio supone no solo un reconocimiento a su trabajo -«y más viniendo de un jurado con Avelino Corma o María Blasco como miembros», reconoció Costa- sino convertirse en un referente para las siguientes generaciones. Para ellos, el químico deja un mensaje: «Hay que persistir y creer en esas idea locas y permitirse equivocarse porque eso también nos hará mejorar y hacernos entender mejor y que la gente tome como propia esa idea que parecía loca», exponía ayer.

Para los políticos, el químico valenciano también dejó un recado: «Deben ser conscientes de que hay que invertir más en investigación y ciencia de lo que se está haciendo. Yo me fui fuera porque la financiación nacional está muy limitada».

La Fundación Princesa de Girona, tras el acto de ayer en València, seguirá con su gira por toda España para seguir desvelando al resto de galardonados 2020 en Categoría Social, Artes y Letras, Empresa e Internacional.