El nivel de estudios de la madre es el factor socioeconómico más influyente en el desarrollo cognitivo durante la niñez. Así lo revela una investigación en la que participa la Universitat de València (UV), que también destaca que en el nivel de inteligencia de los niños y niñas tiene peso la clase social del padre, aunque en menor medida. De esta manera, además de otros factores -como los genéticos-, el estudio ha contrastado que en el desarrollo de los menores de tan solo cinco y seis años influyen las desigualdades sociales.

Llúcia González, primera autora del artículo y doctoranda en la UV, explica que el nivel educativo de la madre tiene un mayor peso, aunque hay un solapamiento con el factor de las clases sociales. Estos dos puntos -que han estudiado junto al nivel de ocupación de los progenitores- pueden explicar hasta una variación del 10 % en el nivel de inteligencia, detalla.

La investigación, en la que se ha analizado a 525 menores - un 51,4 % niños y un 48,6 % niñas-, ha tenido en cuenta la perspectiva de género, ya que se ha estudiado por separado a los padres y a las madres. «Es un estudio interseccional, a diferencia de la mayoría, que estudian la unidad familiar, en su conjunto», apunta la también analista del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp) y de la Fundación para el Fomento de Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio).

Según detalla González, la influencia de la educación materna puede ser mayor porque «en la muestra han sido las que se han encargado de la crianza con mayor frecuencia, las que proporcionaban más estabilidad. Este mayor contacto hace que su nivel educativo tenga más influencia», apunta como hipótesis.

Asimismo, el texto -publicado en Gaceta Sanitaria- constata que las variaciones en el rol materno también perjudican a los menores: «Lo peor en la madre no es la situación de desempleo, sino que haya habido inestabilidad y que haya pasado, por ejemplo, de ama de casa a estudiante, empleada o desempleada...», expone. Unos cambios que en el caso de las mujeres son habituales «para compaginar su situación laboral con la crianza y también porque ocupan puestos con menor cualificación». En cambio, «en los padres influye en la inteligencia más la clase social, porque ellos entran y salen menos del mercado laboral y son más estables», detalla.

De hecho, en el caso de los padres, también se ven más perjudicados aquellos hijos con progenitores en el paro, sobre todo, en situación de desempleo de larga duración, además de los pertenecientes a «la clase social más baja», afirma el artículo.

Tras haber puesto el foco en las variables socioeconómicas, con las que se pueden explicar «diferencias de hasta el 10 % en el desarrollo cognitivo durante la infancia», se ha demostrado que en el caso de los chicos estas variables socioeconómicas tienen más incidencia, incluso, que la exposición a tóxicos (alcohol o tabaco) de la madre durante el primer trimestre de embarazo.

Como explica Ferran Ballester, catedrático del Departamento de Enfermería de la UV e investigador de Fisabio, el trabajo se enmarca en el proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente) un estudio que realiza el seguimiento a los hijos de 4.000 pares de mujeres, nacidos en 2003, de siete zonas de España distintas, a quienes los investigadores visitan a diferentes edades.

En el trabajo, además de la UV, Ciberesp y Fisabio, también participan la Universitat Jaume I y la Red de Investigación en Servicios de Salud en Enfermedades Crónicas (Redisec). El mismo grupo ya ha realizado estudios sobre el riesgo de pobreza, y preparan uno nuevo para comprobar la incidencia en las emociones y la conducta.