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Entrevista

Pamela Palenciano: "Vox me ha hecho sentir miedo, el pin parental es censura para las libertades"

Monologuista y activista feminista vetada por la formación de ultraderecha

La activista Pamela Palenciano, ayer, en València. daniel tortajada

¿Además de los golpes, qué duele?

La indiferencia, la broma, el desprecio, la humillación, el insulto, el no comprometerte al cuidado de otra persona, la infidelidad?

Usted y su trabajo están en la diana de la ultraderecha. ¿Eso también duele?

Me ha dolido mucho. En 20 años no había tenido miedo de mi exmaltratador, nunca se había puesto en contacto conmigo, pero después de esta presión mediática que ha hecho Vox con mi nombre, un familiar lo hizo a través de las redes. Le ha dado fuerzas. Me duele la censura, la incoherencia de un país supuestamente libre donde no te dejan ser libre y también que entre compañeras del movimiento feminista no veamos que tenemos que apoyarnos más.

¿Cuándo empezó el acoso?

Hace tres años. En 2017, me presentaron la primera denuncia diciendo que hacía apología del maltrato. Se archivó. En enero de 2019, aparece la asociación de españoles contra la corrupción y me denuncia por maltrato a menores. A los chicos porque les hago sentir que son malos por naturaleza y a las chicas porque las confundo. También se archivó. Y en enero de 2020 con el pin parental, empezaron a nombrarme en redes y aparecí en el Instagram de Vox, que tiene medio millón de seguidores.

¿Qué significa para usted el pin parental, cuál es su trasfondo?

Es una censura a la gente que defiende las libertades, no solo a la que hacemos monólogos o talleres feministas, también a los colectivos Lgtbi. En general, a quienes defienden los derechos humanos.

Andalucía fue la primera región en la que Vox tiene poder. ¿Se notan las consecuencias en las políticas de igualdad?

Se nota en las subvenciones para las asociaciones que trabajan con mujeres víctimas. Lo pagan las mujeres de a pie, que tenían trabajo dando clases de igualdad y sexualidad. Están completamente vetadas en todos los espacios.

A raíz de la polémica, ¿está más o menos solicitada?

Al estar más vetada, también hay más gente que me llama, pero prefiero que la gente me conozca por mi trabajo que por esa publicidad. He pasado miedo no solo por mí, sino también por mis criaturas. Mi hija de 14 años ya ha verbalizado, mamá tengo miedo. Nosotros venimos de El Salvador, un país muy violento, pero tengo más miedo aquí que allí.

¿Ha pensado en tirar la toalla?

Sí. He tenido mucho miedo y cansancio, pero la respuesta ha sido tan grande que no lo haré.

Su monólogo es autobiográfico, ¿qué mensaje quiere lanzar?

El mensaje intrínseco es que yo hago esto porque no lo hicieron conmigo. Cuando hice mi primera terapia tenía mucha rabia, pensaba que me habían robado la niñez, nadie en el instituto vino a darme una charla. No apelé ni siquiera a mis padres. Apelé a lo que se apela en la adolescencia, al instituto. El mensaje es que el amor de verdad no duele y usamos eufemismos como llamar relaciones tóxicas a lo que son relaciones abusivas y violentas. Suponemos que violencia es que haya maltrato continuo, golpes, insultos y, a veces, hay situaciones de manipulación y chantaje que hay que nombrar como violencia. Quiero que los chicos lo vean y que aprendan a ser libres.

¿Se dirige a ellas y a ellos?

Últimamente más a ellos. A ellas las tengo mucho en cuenta, pero en seguida empatizo. Me he quedado esperando talleres de masculinidad donde los hombres se dirijan a otros hombres para que no sean machistas. Les pongo ejemplos como el de mi hijo que con cinco años no es libre. Hace un año le gustaba pintarse las uñas y los labios, y desde que está más en el mundo socializándose está encorsetado en el patriarcado. Las feministas no dicen a los hombres que son los malos de la película, sino que tienen más privilegios por ser hombres y que tienen que perderlos para poder ser más libres, para no ser el macho atrapado en el corsé patriarcal.

¿Ha notado un cambio en cómo le reciben los jóvenes?

Es horrible, no solo conmigo. Desde que Vox ganó en Andalucía ya vi que esto estaba en el aula. Niños con banderas de España y pulseras de Vox, diciéndome feminazi, adoctrinadora. Y esto ha estado siempre ahí, pero ahora tiene discurso. Los chicos con discurso de la ultraderecha es reducido, aunque hagan ruido, quien me aterroriza son esos profesores a los que veo con esa mirada cómplice. Y pienso, esto sí, es doctrina.

¿Lo más bonito que le ha pasado?

Un maltratador de un centro penitenciario de Cataluña tras una charla me abrazó y me dijo: ahora sé porque la maté, pensé que estaba borracho, pero la maté porque era machista. Me impactó.

¿Y lo peor?

Es una constante, pero me resbala. Me insultan por mi cara, mi cuerpo, lo que más me duele es que ataquen a mi familia.

¿Se sale del maltrato?

Del maltrato de la pareja, sí. Yo no me curo de la violencia que sufro por ser mujer y ello pese a tener muchos privilegios: ser blanca, heterosexual, madre, adulta. Al haber enfrentado tanta violencia, la puedo ver por todas partes, antes estaba más ciega y la normalizaba.

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