El tráfico ferroviario entre Austria e Italia quedó suspendido el pasado domingo ante las alarmas de un posible brote de coronavirus en un tren que procedía de Venecia. Las dos personas bajo sospecha de contagio dieron negativo a los análisis, pero el movimiento de personas entre ambos países estuvo cerrado más de un día a raíz de este incidente. Ni un solo tren más pudo cruzar el túnel que separa la localidad italiana de Brennero con la ciudad de Innsbruck, en Austria. Mientras tanto, trescientas personas permanecían a la espera en el andén de la estación fronteriza italiana, custodiadas por la policía, que les tomaba los datos.

Un colaborador de este diario fue una de las personas que viajó a bordo de este tren y también uno de los últimos viajeros en cruzar la frontera del país transalpino antes de que las autoridades austriacas declararan el cierre. Según denunció, la desinformación y la mala gestión de las autoridades fueron las primeras preocupaciones de los usuarios, que estaban tranquilos ante cualquier posibilidad de contagio.

Aseguró que su intención, «como la de muchos españoles por Italia», era la de salir del país por el miedo a quedar en cuarentena . Aunque intentó viajar a España en avión, denunció que «los billetes habían desaparecido», por ello decidió que la mejor opción era salir del país por la vía ferroviaria, en un tren con destino a Munich. Desde allí cogería un vuelo con destino a València.

En Verona se topó con el primer incidente en su viaje. Dos personas manifestaron tener síntomas de coronavirus y el tren permaneció parado una hora y media mientras actuaban los servicios médicos, ataviados con trajes antivirus naranjas y máscaras. Denunció que «entonces nadie nos dijo nada de lo que estaba pasando, solo que se retrasaría su salida por una inspección médica».

Con retraso, el tren partió hacia Munich, y su segunda parada fue la localidad de Brennero, un pueblo pequeño pegado a la frontera norte italiana. «Allí la gente ya estaba muy cabreada, nunca fueron nervios del tipo sanitario sino sobre todo por el retraso y por sus deseos de llegar al destino» asegura el colaborador. Además remarcó las malas decisiones tomadas por las autoridades en esa situación. «El siguiente tren llegó dos horas después, y la decisión del gobierno fue juntar a todos los viajeros en el segundo tren, del que no podíamos salir. En total seiscientas personas, incluyendo niños y ancianos, en un espacio diseñado para trescientas».

Tras horas de espera y de custodia policial, el tren pudo salir hacia Munich, minutos antes del cierre del tránsito ferroviario de Austria. Pese a todo, la fuente consultada por este diario destaca la calma por parte de viajeros y policía ante la situación. «Algunos agentes que iban con mascarilla se la quitaban para hablar con las familias, pero cuando el oficial los veía les obligaba de nuevo a ponérselas».