El coronavirus sentó ayer en el Palau de la Generalitat a la mitad del Consell para pergeñar una estrategia coordinada y transversal unas horas después de conocerse la detección del primer caso tratado en la Comunitat Valenciana. El encuentro fue breve y estuvo centrado en mayor medida en la necesidad de contener la histeria social y en la inquietud que suscita el avance de la enfermedad para la economía y el turismo que en el peligro real al que está expuesta la población, considerado bajo.

Prueba de ello es que de la cita solo surgió un anuncio cuyo contenido refleja la inexistencia de motivos de peso para elevar el nivel de alerta sanitaria en el territorio: la puesta en marcha de un teléfono gratuito para facilitar la atención de aquellas personas con síntomas que en las dos últimas semanas han viajado a países de riesgo.

«En estos momentos no hay ningún riesgo para la salud pública». La consellera de Sanidad, Ana Barceló, dejó claro con estas palabras que no se baraja «ningún otro escenario» que el actual, volcado en la contención, la prevención y la atención a las personas que pueden presentar un cuadro compatible con el COVID-19 dentro de los protocolos habituales.

La titular del departamento llamó a la calma: el paciente aislado en el hospital de La Plana «está bien» y permanece «asintomático» y el centro sanitario funciona «con total normalidad» sin la necesidad de activar un protocolo extraordinario.

Además de contactar con quienes viajaron con el joven a Milán y con su entorno próximo para vigilar su estado -de momento no hay nadie más en cuarentena-, Barceló confirmó que la conselleria va a ampliar las analíticas a los pacientes con problemas respiratorios graves de origen desconocido. Aunque no dio una cifra oficial de cuántos casos se examinarán, señaló que se está llevando a cabo una estadística con el correspondiente seguimiento.

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, recetó «normalidad» e insistió en el mensaje de serenidad, contraponiendo los datos del coronavirus con los de la gripe, que en esta temporada ha conducido al hospital a 440 pacientes graves y ha dejado 42 fallecidos.

«No estamos en una situación de emergencia ni de excepcionalidad y hay que actuar desde el rigor, sin alarmismo, y con la debida proporcionalidad», enfatizó el jefe del Consell tras la reunión mantenida con la vicepresidenta Mónica Oltra, los consellers Barceló, Vicent Marzà y Gabriela Bravo, junto a los secretarios autonómicos de Turisme y Emergencias, Francesc Colomer y José María Ángel.

Tener síntomas como la tos seca, la gripe o el malestar y haber puesto un pie en China, Corea del Sur, Singapur, Irán o el norte de Italia en los últimos 24 días son los requisitos señalados para acudir al hospital a someterse a un chequeo sanitario.

Solo datos de positivos

La titular de Sanidad, en cualquier caso, remarcó que el coronavirus afecta especialmente a personas mayores, cuyo estado se complica al tener otras patologías previas. La conselleria, además, ha decidido que únicamente va a facilitar información sobre los casos que den positivo, y no sobre los que están en estudio, aduciendo que las cifras varían «en cuestión de horas». Barceló garantizó la reposición de mascarillas en los centros sanitarios frente a las voces que advierten de un progresivo desabastecimiento.

Puig, por su parte, dibujó un sistema sanitario «absolutamente preparado» para afrontar el virus y enfocó los esfuerzos en la detección precoz de los casos en «coordinación permanente» con el Ministerio de Sanidad. El presidente descartó medidas excepcionales de cara a las Fallas. «Hay que vivir con normalidad», remachó.