«Estábamos dispuestos a embarcar, habíamos pasado el check-in, pero de pronto nuestra aerolínea, Turkish Airlines, dijo que solo entrarían en su vuelo ciudadanos turcos. Prohibieron subir a extranjeros». Así cuenta Miguel Morata el momento en el que se quedó atrapado, junto a seis españoles más, en el aeropuerto de Teherán, en Irán, uno de los países más afectados por la epidemia de coronavirus, el pasado domingo por la noche.

Tras contactar con el consulado para explicar que se trataba de un viaje de quince días por las regiones sur del país -el foco de la epidemia se sitúa en la región de Qom, en el norte- no consiguieron acceder al vuelo que tenían contratado.

Sin embargo, a pesar de que casi todas las fronteras con Irán estaban cerradas por el brote de coronavirus, el grupo consiguió volver a España a través de Catar, el único país que todavía mantenía el tráfico de personas abierto con el Irán en ese momento. «Una parte del bloqueo consistía en que en Irán ni siquiera se podían utilizar tarjetas de crédito, nos tuvimos que poner en contacto con un conocido en España para que nos comprara desde allí los billetes». Desde el aeropuerto de Doha llegaron a València la madrugada del pasado martes.

Según explica Morata, ni las autoridades sanitarias cataríes ni las españolas les han dado indicaciones mientras viajaban. Tampoco a la llegada a Madrid. «Venimos de un país con fuerte incidencia de la enfermedad, pero ninguno de nosotros presentábamos síntomas, ni nada indicativo de coronavirus. Nos han dado las recomendaciones sanitarias básicas sobre higiene, pero nada más». Morata aclara que las personas que llegaron la pasada madrugada de Catar se encuentran haciendo vida normal, y tienen las mismas recomendaciones que los valencianistas que visitaron Milán.