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Análisis

La sorpresa del Consell tripartito pese a no ser nuevo para nadie

Arcadi España se muestra como ejemplo "botánico" de un centroizquierda renovador, pragmático y moderado

Algunas cosas han pasado en estos meses del Botànic II, como los síntomas de un desgaste interno de la coalición de izquierdas que hasta la convocatoria adelantada de elecciones no se vislumbró. Otra es el relieve público en estos pocos meses de algunos consellers, más liberados de subordinaciones a los grandes líderes o simplemente por maduración de su estatus político con el paso del tiempo. O por ambas razones. En esa casilla situaría a Vicent Marzà y Gabriela Bravo. En otra estaría Arcadi España, que es nuevo como conseller, pero no era nuevo en el Consell. Al contrario, es una de las personas que mejor conoce los hilos con los que se ha tejido el Botànic en su calidad anterior de director de gabinete de Ximo Puig.

El conseller de Política Territorial es la sorpresa de este gobierno por la relevancia adquirida en pocos meses, aunque no sea nuevo para ningún agente político y social.

Los desayunos de Nueva Economía Fórum tienden a investir de brillo al protagonista, pero algunos parecen trampolín de lanzamiento político hacia no se sabe dónde, porque queda bastante para ponerse a señalar candidatos. Quizá sucede por eso. Porque aún hay poco en juego y es tiempo propicio para discursos de alta política. Todavía no hay que hundir los pies en el barro de los pactos internos y sus miserias.

Pasó hace unas semanas con Marzà. Y pasó ayer con España. El primero dejó la huella de esa nueva izquierda social y global que quiere imprimir al Bloc. El segundo se mostró como el exponente aventajado de un centroizquierda moderno, pragmático y moderado, que intenta recomponer la ecuación entre libertad e igualdad y que cree que lo importante no es solo redistribuir la riqueza, sino crearla. Que entiende que la línea entre crecimiento y sostenibilidad pasa por la innovación y que ve el riesgo de la democracia en la exclusión de las clases medias. Un proyecto con puntos de contacto con el de Marzà, pero con evidentes diferencias. En corto, es la mejor prolongación, con algunos matices propios, de lo que representa Puig en el Consell.

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