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El complejo 9 d'Octubre sigue sin energía verde tras 7 años de intentos fallidos

La promesa de Puig sobre energías renovables en edificios públicos choca con la realidad actual

Paneles solares en una de las torres del complejo administrativo 9 d'Octubre. fernando bustamante

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, anunció el pasado mes de diciembre que al final de esta legislatura el cien por cien de la energía que consuman los edificios de la Generalitat será renovable. El anuncio, realizado durante su participación en una reunión del Comité Europeo de las Regiones (CdR) en el marco la Cumbre del Clima de Naciones Unidas COP25, era una forma de revalidar el compromiso del Botànic II con la emergencia climática, dos palabras que en los últimos tiempos empapan los discursos públicos. Más allá de las palabras, el tripartito tendrá que ponerse las pilas si quiere cumplir con el anuncio.

La energía verde, en concreto, la solar, es hoy por hoy una incógnita en el complejo administrativo 9 d'Octubre, en el que se concentra el grueso de las conselleries y la plantilla de la Generalitat. Tras siete años de proyectos fallidos, los responsables del Botànic siguen sin tomar decisiones respecto a la instalación de placas solares fotovoltaicas de autoconsumo en la conocida como ciudad de los funcionarios.

Esta idea, que se remonta al origen de la construcción del propio complejo, se ha ido plasmando a lo largo de los años en al menos cuatro proyectos distintos sin que ninguno haya llegado a buen puerto. Desde el primer fracaso (los paneles solares instalados en dos torres que nunca llegaron a funcionar cuando el edificio se puso en marcha en 2013) hasta el último elaborado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace), que ha terminado en el cajón en espera de evaluar otras opciones.

Entre el primer fiasco de los paneles solares que comprados e instalados nunca dieron energía a las torres hasta el último proyecto que incluso fue licitado ha habido, según las fuentes consultadas, hasta otras tres ideas distintas para reducir la factura de la luz y acudir a fuentes alternativas de energía más baratas y limpias.

Aunque algunos de ellos no han pasado de meras ideas, otros tuvieron cierto recorrido, como el proyecto que impulsó ya el Botànic I en 2016 que planteaba rellenar con placas fotovoltaicas las esquinas que dejaban libres las lamas de la cuatro torres. Este proyecto, que llegó a estar muy avanzado, fue incluso objeto de negociación con el arquitecto del complejo, Juan Añón, y posteriormente modificado con la incorporación de instalaciones en espacios libres de edificación dentro del complejo.

El proyecto, sin embargo, quedó en barbecho y el Ivace impulsó uno nuevo para instalar placas solares en la azotea de todas las torres. Fuentes de la Conselleria de Economía, de la que depende este organismo público, indicaron que el proyecto superó diferentes fases (viabilidad, el estudio de las diferentes alternativas, reuniones con el Ayuntamiento de València y con el arquitecto, el sistema de evacuación de la energía eléctrica generada, etc.) con una propuesta final en 2018.Obtuvo la certificación de la Dirección General de Patrimonio e incluso la iniciativa salió a licitación con un valor aproximado de 927.000 euros. Sin embargo, Patrimonio puso el freno y forzó la anulación del concurso.

16 años para amortizar la inversión

Al margen de los desencuentros entre ambas conselleries, lo cierto es que Hacienda no acaba de ver que la inversión salga a cuenta. Las placas solares en las torres apenas cubrirían el 8,4 % del total de la energía que necesitan los edificios y el proyecto hablaba que habría que esperar 16 años para amortizar la inversión. Pero hay además otra razón de peso que se alega desde Patrimonio y que tiene que ver con una visión integral de la eficiencia del edificio. Fuentes del complejo indican que se está estudiando un quinto proyecto, más ambicioso, que implicaría eliminar las lamas que cubren las torres, una piel que ha dado muchos quebraderos de cabeza por el coste y la dificultad de su limpieza. Una sola lama cuesta 1.600 euros.

Patrimonio aboga por sentar en una misma mesa a todas las conselleries implicadas bajo el argumento que las competencias sobre energías renovables atraviesan varios departamentos. Las fuentes consultadas indican que es importante contar con un informe en profundidad sobre el consumo energético y las posibles alternativas.

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