Las puertas del aeropuerto de Ciampino en Roma eran ayer un hervidero de españoles intentando coger los últimos vuelos de regreso tras la sorpresa que supuso la cancelación de las conexiones aéreas entre Italia y España, que entró en vigor anoche.

El personal del aeropuerto permitió el acceso al interior solo a aquellos que tenían un billete, por lo que las decenas de españoles que intentaron comprar aquí el último vuelo se encontraron con el problema de volver a Roma y buscar una ruta alternativa.

Ricard, que tenía una reserva para un vuelo hoy, y que se canceló por el decreto del Gobierno, criticó que Ryanair daba «respuestas contradictorias» y tuvo que buscar un vuelo a Marsella para volver a Madrid. «No nos dejan entrar, no nos podemos poner en contacto con la aerolínea ni con la embajada española», lamentó el joven, que vino con su pareja a Roma el lunes y solo pudo estar un día en la ciudad.

«Es una vergüenza», aseguró José, que compró un vuelo ayer por la tarde por más de 300 euros para volver a València y se quejaba de que no le dejaron acceder al aeródromo hasta 30 minutos antes, además de rechazar las malas formas del personal. Los dos responsables de seguridad, con guantes y mascarillas, intentaron alejar a los pasajeros de las puertas para evitar aglomeraciones, pero muchos temían no poder entrar y se generaron situaciones de tensión.

Noelia y Sandra, estudiantes Erasmus valencianas en Roma, también pagaron 300 euros por el preciado asiento del que es uno de los últimos vuelos a España desde Italia: «Nosotras estábamos tan tranquilas, pero nuestra familia nos pedía volver y lo hemos comprado a última hora, no sabemos ni lo que hemos metido en la maleta».

Los que no han tenido la suerte de coger uno de estos últimos aviones, buscaban rutas alternativas, algunas por Portugal y otras por Francia o el Reino Unido. La situación se complicó porque las autoridades del aeropuerto no aseguraban que estos vuelos a otros países europeos se puedan alizar, al estar pendientes de posibles restricciones siguiendo el ejemplo de España.

El cordobés Marco Lopezosa García, de 20 años y también Erasmus en Roma, tuvo que interrumpir los planes que tenía con sus amigos, sus viajes o sus estudios. Y se preparaba para volver a casa con otros cinco compañeros, pero lo hará hoy con una escala en Lisboa, desde donde tomará un autobús hasta Badajoz, y ahí le esperarán sus padres.

«Los dos últimos días probablemente han sido los más locos de mi vida. Comprar billetes de avión, cancelaciones, llamadas con familiares, incertidumbre con los viajes planeados...», lamentó.

Su idea era culminar su Erasmus en Roma. Tiene un vuelo comprado para el 12 de abril, pues pensaba ir por Semana Santa, pero aseguró no ser «muy optimista», como la mayoría de sus amigos: «Todos los que estamos marchando lo hacemos sin viaje de vuelta», sostuvo.