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Análisis

Vértigo en el cielo: el sector aéreo teme un nuevo 11-S

Air Nostrum cancela 300 vuelos y se prepara, junto al resto de aerolíneas, ante una epidemia de la que no se conoce el final - La UE y los gobiernos nacionales salen al rescate del sector

Imagen de un avión en el aeropuerto de Manises. germán caballero

Tras años de crecimiento récord, el sector aéreo ya afrontaba para este verano en España un escenario de contención, con 632.000 plazas menos en vuelos internacionales (-2,3%), básicamente por impactos como el Brexit. Ahora, esas previsiones han saltado por los aires. La crisis ya global del coronavirus es, en estos momentos, incalculable. No tiene precedentes. «No tenemos referencia para calibrar el daño», apuntaba ayer un experto valenciano del sector. El fantasma del caos que siguió a los atentados de las Torres Gemelas comienza a sobrevolar, sobre todo por el impacto en vuelos intercontinentales.

Sin embargo, si tras aquello «se recuperó rápidamente la confianza con más medidas de seguridad, ahora no se sabe cuánto tardará el viajero en volver al avión», explica a Levante-EMV Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).

Incluso con el volcán islandés de 2010 se sabía cuándo se disiparía la ceniza. Ahora no es solo el miedo; cada día, cada hora aparecen nuevas prohibiciones de países, decisiones de empresas, las cancelaciones de congresos... el mundo se ha parado. Y no se sabe cuándo volverá a girar.

Según la consultora valenciana ForwardKeys, especializada en big data de viajes, sólo en la última semana de febrero, conforme empeoraba la situación en Italia, el número de nuevas reservas hacia Europa disminuyó en un 79%. Debacle total. Para el analista Olivier Ponti, «la caída de las reservas a Italia es aún peor de lo que hemos observado en el pasado con ataques terroristas. Otras partes de Europa están experimentando unas disminución muy importante del interés por viajar».

Desde València, se teme otro escenario, más local. «Nos preocupa muchísimo la ‘italianización’ de la crisis porque una restricción de los desplazamientos domésticos iría a la yugular de nuestros ingresos», trasladaba el martes en una cruda carta a sus empleados Carlos Bertomeu, presidente de la aerolínea valenciana Air Nostrum.

Su tono grave pone voz a la preocupación en todo el sector: «Se nos está cayendo el tráfico drásticamente», cuenta en su misiva. De momento, han cancelado 300 vuelos hasta abril; se han anulado vuelos chárter a diario, y se ven frustradas operaciones de préstamos de aviones que negociaban con otras aerolíneas para verano. «Tendremos parados un número muy importante de aviones por un tiempo que no estamos capacitados para determinar y nos coloca en serias dificultades ante las que habrá que actuar», anticipa Bertomeu, sin concretar cuáles serán las medidas.

ERTE’s y miles de vuelos en tierra

Otros ya lo han hecho. El tráfico interno cae, pero los vuelos de largo radio se están hundiendo y eso impacta en las grandes compañías. Air Europa ha anunciado un ERTE para toda su plantilla; Iberia ha cancelado toda nueva contratación; EasyJet ha frenado también nuevas entradas y tomado medidas de austeridad; Norwegian, castigada por las deudas y señalada por una posible quiebra, acaba de cancelar 3.000 vuelos entre marzo y junio, y podría aferrarse a un rescate de su Gobierno; el gigante europeo Lufthansa ha cancelado 23.000 vuelos hasta abril, dejando en tierra decenas de aviones; IAG, matriz de Iberia, ha perdido un 41% de su valor en bolsa desde el 17 de febrero... Y otras más pequeñas, como la británica Flybe, la regional más importante de Europa, no superó el primer estornudo del COVID-19 por su elevada deuda.

La asociación internacional IATA prevé en el peor escenario unas pérdidas de 101.196 millones de euros. La obsesión de las empresas, ya sean fuertes o débiles financieramente, es proteger su tesorería ante la caída de ingresos, explica Gándara. Adaptarse a la oferta. De ahí las medidas drásticas en reducción de operativa y aviones en tierra incluso en colosos como Lufthansa; o los recortes en empleo que vendrán. Son negocios que necesitan mucha liquidez y la clave es ahora mismo no gastar más de lo que entre ante una crisis de la que no se conoce el final.

Por eso el sector recibe con alivio la primera medida de Bruselas, que ha liberado a las aerolíneas de tener que cumplir con las frecuencias previstas para mantener sus derechos de operación (slots) en los aeropuertos. El sector también está reclamando ayudas económicas a la UE, pero es consciente de que, a diferencia de lo que ocurrió tras el 11 S, en este caso no es el único actor afectado, ya que la crisis está afectando a toda la economía.

En clave interna, la asociación española ALA también ha trasladado ya sus exigencias al Gobierno: flexibilidad para proteger un sector estratégico para España y el turismo, con el 80% de llegadas por aire por su ubicación geográfica. Reclaman esa flexibilidad en trámites ante los ERTEs que pueden llegar; o en el pago de impuestos para mantener la tesorería o bonificaciones en tarifas.

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