De pronto, un bicho invisible y de baja letalidad puede cambiar los usos laborales en las empresas. Concretamente, fomentar el teletrabajo, una práctica poco extendida entre las mercantiles de la autonomía, que tienen querencia al trabajo presencial. El director en la Comunitat Valenciana de la consultora Adecco, Víctor Tatay, no tiene la menor duda de ello: «Las empresas que se han preparado lo van a pasar mejor. En Adecco, todos podemos trabajar desde casa. En caso contrario y en una cuarentena, nos veríamos abocados a un expediente temporal de empleo».

La situación de partida, ciertamente, no es nada alentadora. Un informe de esta empresa de trabajo temporal asegura que la cifra de valencianos que trabajan desde su domicilio en 2019 es de solo el 8,8 %, tres décimas más que el año anterior. En concreto, 184.000 personas. La autonomía que encabeza el escalafón es Galicia, que alcanza el 10 %.

La débil presencia del teletrabajo en la Comunitat Valenciana tiene mucho que ver con su estructura productiva. Así, el director de relaciones laborales de la patronal autonómica CEV, Arturo Cerveró, apunta que en la región predominan de forma aplastante las pequeñas empresas, que tienen mucha menos capacidad que las grandes y las medianas para extender esta práctica. De hecho, precisa que las firmas que están apostando estos días decididamente por el teletrabajo radican sobre todo en Madrid y son multinacionales. Otro factor es que en la Comunitat Valenciana abundan los sectores, como el turismo, por ejemplo, que requieren de mucho contacto personal.

El secretario de Acción Sindical de CC OO-PV, Daniel Patiño, considera que «vivimos en un país presentista» en el que -añade su homóloga de UGT-PV, Lola Ruiz- «no hay conciencia en nuestras empresas por estas formas de trabajo». De hecho, coinciden los dos, el teletrabajo se ha desarrollado poco en los convenios colectivos -solo en el 3,2 % de ellos- «por las resistencias empresariales». De ahí que Patiño sí se muestre escéptico ante la posibilidad de que el coronavirus imponga un cambio en este tipo de trabajo que se mantenga tras la crisis.

Claro que no hay que olvidar, como afirma Tatay, que el teletrabajo tiene implicaciones más allá de llevarse el ordenador a casa. Se trata de un acto que requiere seguridad jurídica y voluntariedad por parte de empleado y empresario, en el que hay que calibrar, a la hora de prevenir accidentes laborales, que no se vulnere la intimidad del trabajador, que se tenga clara la flexibilidad en los registros horarios y, además, que se establezca cómo se mide la productividad y garantizar la conectividad necesaria.