Superar la tormenta con los menores estragos posibles. Esta es la determinación del Gobierno español, que se enfrenta a una emergencia sanitaria y económica sin precedentes, tal y como reconoció ayer el propio presidente, Pedro Sánchez. Combatir la crisis causada por la pandemia del Coronavirus no será un trabajo cómodo ni fácil para el primer Ejecutivo de coalición de la historia, con una frágil mayoría parlamentaria y con unos recursos financieros encorsetados por la consolidación fiscal exigida por las autoridades europeas.

De momento y a pesar de las dificultades, Sánchez ya ha conseguido armar un primer paquete de medidas de apoyo a familias, empresas, pymes y autónomos con el que quiere producir un efecto calmante. «Haremos lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta», dijo Sánchez tras un Consejo de Ministros extraordinario.

Lo hizo en un tono que recordó al empleado por otros destacados dirigentes internacionales en la última gran crisis económica, como Mario Draghi. El que fuera presidente del Banco Central Europeo (BCE) hasta el pasado octubre tranquilizó a los mercados financieros en 2012 al indicar que haría «todo lo necesario» para sostener el euro. Sus palabras fueron vitales para la supervivencia de la moneda y ya forman parte de los libros de historia financiera.

Sánchez no es Draghi ni España dispone del músculo del BCE, pero su determinación es la misma: reducir la alarma y combatir la crisis con todas las herramientas disponibles a su alcance. El citado primer paquete supondrá la movilización de 18.000 millones de euros para garantizar el bienestar de las familias y la continuidad de las empresas «viables pero que se van a ver afectadas coyunturalmente» por la crisis.

Estas iniciativas están en «coordinación» con los socios europeos y «en consonancia» con la consolidación fiscal que se le exige a España, dijo Sánchez, que también reconoció que para que salgan adelante necesitará contar con fondos extrapresupuestarios no reconocidos en las actuales cuentas públicas prorrogadas. «Si hace meses los Presupuestos eran necesarios, hoy ante esta crisis y la emergencia sanitaria sin precedentes se hacen apremiantes», admitió Sánchez en una comparecencia telemática en La Moncloa.

Conseguir todos estos apoyos de la oposición y de las propias autoridades europeas, que podrían flexibilizar las exigencias de reducción del déficit, será clave para adoptar medidas adicionales a este primer plan de choque del Gobierno.

Sánchez, que pretende aprobar más estímulos en las próximas semanas, inició anoche mismo una ronda de negociaciones con los agentes sociales, sindicatos y organizaciones patronales. El objetivo es que en esa segunda ronda de herramientas anti crisis se introduzcan medidas de flexibilidad en el empleo que no están incluidas en la actual normativa laboral y de Seguridad Social. Su aplicación, por causa mayor, excepcional y temporal, permitirá mitigar el impacto del coronavirus en las cuentas de las empresas y en el empleo. En esta línea se flexibilizarán los expedientes de regulación de empleo temporal, agilizando los trámites y abriendo la posibilidad de que se puedan acometer con efecto retroactivo, según explicó ayer el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. Los sindicatos están a favor de estos cambios, pero siempre que sea con una vigilancia máxima. Que no se conviertan en la puerta de atrás para adoptar ajustes laborales no vinculados a la crisis sanitaria.

Sánchez, en definitiva, tiene mucho trabajo por delante y recursos financieros limitados a su alcance. El éxito de sus planes de choque dependerá, en gran medida, de los apoyos que logre reunir y de que los observadores crean sus palabras tanto como las de Draghi.