Lo que iba a ser el típico viaje de luna de miel (tranquilo, a priori), se convirtió en una odisea para salir de Roma antes de que España decretara la suspensión de todos los vuelos con Italia, a partir del día 11 de marzo. El país transalpino amaneció cerrado el miércoles, con todos los establecimientos inactivos salvo tiendas de comida y farmacias, en un nuevo nivel de contención de la epidemia. Así, toda Italia pasaba a ser zona roja, y se establecía la prohibición de viajar, incluso dentro del propio país.

Este cierre cogió desprevenidos a muchos valencianos, que vivieron las medidas sanitarias en primera persona y tuvieron que buscar una forma rápida de volver a España, a pocas horas de la desconexión aérea entre ambos países. Un caso fue el de Diego Vilches y Cristina Muñoz, pareja que viajó a Roma el pasado domingo para su viaje de novios y que tuvo que embarcarse en un viaje de 26 horas en ferri para llegar a España, a pocas horas del cierre definitivo de las fronteras.

«El martes por la mañana la agencia nos mandó un correo diciendo que teníamos que salir de Roma urgentemente. Ese mismo día el Gobierno anunció que se cancelaban los vuelos entre España e Italia a partir de las doce », señalan Diego y Cristina. En ese momento, según cuentan, empezaron a buscar viajes de vuelta. «Después de buscar mucho vimos que solo existía la posibilidad de ir a Frankfurt y pasar 24 horas allí para después ir a València, con un coste de 1.700 euros. Y al final incluso esa opción se agotó, literalmente los vuelos se nos iban de las manos» señalan.

Fue en ese momento cuando se plantearon la posibilidad de viajar en barco. Su agencia de viajes les consiguió un pasaje en un ferri desde Roma a Barcelona. El crucero, que tenía que salir a las 10.15, acabó partiendo después de la medianoche debido a las retenciones, colas y controles apostados a la entrada por el gobierno italiano.

«Antes de subir al barco nos pusieron en una fila, cada persona separada un metro entre sí. Y a cada uno nos iban midiendo la temperatura cuando pasábamos, a la gente que daba más de lo debido la dejaban en tierra», afirma Diego. Al final llegaron a España tras un viaje de 26 horas en barco, una noche en Barcelona y un viaje en Euromed que los trajo el jueves a mediodía a la estación Joaquín Sorolla de València. Y confiesan que tuvieron suerte. «Nosotros pudimos contratar un camarote, pero hay quien solo consiguió billetes para una butaca y tuvo que pasar allí las 26 horas» apunta Cristina.

Por otro lado, tanto Diego como Cristina criticaron la mala actuación de la embajada y la situación de muchos españoles que siguen aislados en Italia sin posibilidad de volver. «Nos hemos sentido abandonados por nuestro país. A las dos de la tarde del martes la embajada cerró y no admitió mas consultas de ciudadanos españoles, dejó sin respuesta a muchas personas que solo pedían información» señalan.

Sin pruebas médicas a la vuelta

Tras su llegada el miércoles a la estación Joaquín Sorolla, tanto Diego como Cristina decidieron decidieron visitar el Hospital La Fe de València, para comunicar a los sanitarios que se trataba de población que procedía de uno de los focos de la infección. Pero tras su visita denunciaron la mala asistencia prestada por los trabajadores del hospital. «No nos han mirado nada. Solo nos han dicho que nos fuéramos a casa y si notábamos algo llamáramos al teléfono (900 300 555) para consultar cualquier duda sobre la enfermedad. No entendemos que nos digan eso cuando venimos de un punto rojo y hemos pasado 26 horas en un ferri lleno de gente».

Pero Diego y Cristina no fueron los únicos que quedaron atrapados por el bloqueo de vuelos entre Italia y España. Setenta alumnos de bachillerato de Alicante no pudieron volver a España en ese mismo ferri, al haberse detectado en cinco de ellos 37,5 grados de fiebre, según trasladaron miembros de la expedición en redes sociales.

Estos alumnos, que se fueron de viaje de fin de curso el pasado domingo 8 de marzo, no pudieron adelantar la vuelta en avión a València el martes y se decantaron por viajar a España por via marítima. Pese a esto, no pudieron pasar los controles del gobierno italiano. Además, otra decena de estudiantes de intercambio en Palermo, al sur de Italia, tampoco pudieron volver a España.