Siete días bastan para comprender la magnitud de la devastación que va a provocar la pandemia global del COVID-19 en una industria tan sensible como la aérea. El aeropuerto de Manises ha vivido entre el 1 y el 7 de marzo un hundimiento repentino probablemente nunca visto en su operación. De crecer en número de pasajeros un 5,6% durante un mes de febrero que volvió a ser récord histórico, en línea con los tres años anteriores, durante la primera semana de marzo, en los primeros compases de la crisis del coronavirus en España, la actividad se desplomó un 16,5%, según datos facilitados ayer por el gestor aeroportuario Aena.
Lo cierto es que la caída de viajeros es mucho mayor que la de vuelos, que solo se ha reducido un 2% en estos primeros siete días de marzo frente al mismo periodo del año pasado. Eso indica que los aviones, tal como se preveía, registraron un descenso brutal de la ocupación. De hecho, no ha sido hasta mediados de esta semana cuando las aerolíneas han comenzado con las suspensiones masivas de frecuencias y rutas.
Durante muchos días las compañías han mantenido en el aire sus aparatos, en ocasiones vacíos, por el temor a perder sus derechos de despegue y aterrizaje en los aeropuertos ( slots), una limitación que el Gobierno y la UE ya han anunciado que se va a flexibilizar.
Cabe destacar que el desplome de viajeros (superior en València que en el conjunto de la red de Aena, 14,3%) es anterior a la prohibición de recibir vuelos de Italia, lo que cortó toda comunicación aérea con el primer mercado extranjero de Manises. Hasta ese momento, el aeropuerto valencian0 tenía en funcionamiento rutas con 14 aeródromos de todo el país. Durante los primeros días de marzo, comenzó a reducirse el número de viajeros con el norte de Italia, de ahí la caída drástica de pasajeros, entre otras cosas.
Mientras tanto, la industria aeronáutica vive en las últimas horas una cascada de expedientes de regulación de empleo. A los ya conocidos de Air Europa o Norwegian, se unió ayer la aerolínea de referencia en España: Iberia ya habría trasladado a su plantilla la intención de acometer un ajuste temporal de empleo para gran parte de la plantilla, según El Economista.
De la actividad de Iberia depende en buena medida la operación de la aerolínea regional valenciana Air Nostrum, que realiza vuelos regionales para el gigante español. La firma tiene previsto trasladar a los sindicatos este lunes sus ajustes para afrontar el hundimiento de la carga de trabajo.
Las aerolíneas españolas han lamentado el escaso alcance de las medidas anunciadas por un Gobierno que, en su opinión, no ha estado a la altura de las circunstancias respecto al impacto en su industria. En particular, la asociación ALA reclama medidas como flexibilidad en los trámites para realizar expedientes de regulación de empleo, flexibilidad en el pago de impuestos o bonificaciones en tarifas aeroportuarias.
