Frenar la curva. El lema para intentar atajar la pandemia del coronavirus ha recorrido el mundo con la misma rapidez con la que se extendió el Covid-19, detectado por primera vez el 31 de diciembre de 2019 en Wuhan. Ese día, «la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan informó sobre un agrupamiento de 27 casos de neumonía de etiología desconocida con inicio de síntomas el 8 de diciembre, incluyendo siete casos graves, con una exposición común a un mercado mayorista de marisco, pescado y animales vivos en la ciudad de Wuhan, sin identificar la fuente del brote. El mercado fue cerrado el día 1 de enero de 2020», según recuerda el Ministerio de Sanidad en su página web. El 7 de enero «las autoridades chinas identificaron como agente causante del brote un nuevo tipo de virus de la familia Coronaviridae, que ha sido denominado SARS-CoV-2. La secuencia genética fue compartida por las autoridades chinas el 12 de enero».

Desde los 27 casos iniciales de Wuhan del 31 de diciembre apenas han transcurrido dos meses y medio. Pero las personas contagiadas en 110 países de todo el mundo ya ascendían ayer a 150.053 personas. Una pandemia que ya ha provocado la muerte a un total de 5.623 personas en todo el mundo. La única buena noticia de esta historia es que un total de 72.753 pacientes afectados por el coronavirus se consideran curados.

Mientras la ciencia investiga cómo contener el Covid-21 o frenarlo a partir de una vacuna, que aún tardará en llegar, la única opción plausible es detener la avalancha de contagios, lo que los epidemiólogos llaman «frenar o aplastar la curva». Con un único objetivo evitar el colapso del sistema sanitario público. Porque, como advierten los expertos, no es lo mismo tener cien casos en un día que diez casos en diez días. Aunque el resultado numérico pueda ser el mismo, la capacidad de asimilación por parte de los hospitales y del personal sanitario para tratar a los enfermos es mucho más pausada y asequible en el segundo caso.

De ahí que «frenar la curva» sea el objetivo principal tanto de la administración central como de la autonómica. Y es lo que explica las drásticas medidas adoptadas durante los últimos días: cierre de colegios, centros culturales, bibliotecas, gimnasios, bares y restaurantes para garantizar el confinamiento de las personas en sus casas. «#Quédateencasa» ha sido otro de los lemas que ha inundado las redes sociales durante los últimos días y que han promovido desde las administraciones públicas y las instituciones sanitarias. Sobre todo para frenar la tasa de contagio del Covid-19 que, en el caso de España, es de tres personas por cada infectado, según un estudio de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido), basado en modelos matemáticos para calcular la extensión de la epidemia en los países más afectados.

Las gráficas de la evolución de los contagios que Levante-EMV reproduce así lo demuestran. La información recopilada por el Centro de recursos de coronavirus de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (Estados Unidos) confirma los aumentos contínuos de casos en Italia, pero también de España, que se ha convertido en el tercer país de Europa con más casos de contagios.

De hecho, la situación de la enfermedad en España es peor que la que vivía Italia hace unos días, antes de que el país italiano tomase las drásticas medidas de confinamiento. Las matemáticas parecen predecir que en nuestro país el futuro será aún más grave si no hay acciones inmediatas para evitarlo. Al cierre de esta edición el número de contagios en España se situaba en 6.271 personas, mientras que a la misma hora, el pasado jueves, esa cifra era de 3.100. Ayer, el presidente del Gobierno, en su comparecencia pública para anunciar el estado de alarma, reconoció que se llegaría a los 10.000 infectados la próxima semana. Es posible que mucho antes, quizás el domingo.

Como se puede observar en las gráficas que acompañan este reportaje, en el país alpino el 7 de marzo había 1.145 casos y siete días después, la cifra había escalado hasta los 21.157 contagios. En España, el ascenso ha sido ligeramente más lento, aunque la última semana los casos se han disparado ya que el pasado lunes se registraron más de 500 nuevos casos en un solo día.

La Comunitat Valenciana ha registrado un aumento de casos mucho menor, aunque no hay que bajar la guardia. Desde el 13 de febrero, cuando falleció el primer paciente contagiado de coronavirus hasta el primer contagiado registrado el 26 de diciembre, la cifra no ha dejado de crecer hasta los 188 casos activos.

Se persigue, sobre todo, atajar el ascenso de contagios producidos en Madrid que registró los primeros casos el 25 de febrero y que menos de un mes después ya alcanza los 1.990 casos activos. De ahí las medidas drásticas adoptadas en la C. Valenciana -y desde ayer en el resto de España- de suspender las fallas y la Magdalena, además de cerrar las actividades docentes, rescindir la oferta cultural o de hostelería y decretar el confinamiento. Unas medidas que no son inmediatas ya que, como advierten los sanitarios, el coronavirus tiene un periodo de incubación de 5-6 días, por lo que el efecto de las medidas de confinamiento pueden tardar en apreciarse una semana, como mínimo.