Las iglesias se han cerrado a la comunidad católica para evitar contagios pero los feligreses mantienen muy viva su fe y descartan confinarla al interior de sus domicilios. Decenas de viviendas de Algemesí y Carcaixent han instalado colgaduras en los balcones con la imagen de la Virgen y de la beata Josefa Naval con la esperanza de que intercedan en favor de los enfermos. «Es una manera de poner los ojos en Dios para que ayude y cure a los afectados», aclaró ayer el párroco de la Mare de Déu de la Salud de Algemesí, Joan Carles Alemany, uno de los promotores de la iniciativa.

La idea surgió de los festeros de la patrona algemesinense y se difundió a través de las redes sociales. «Que se note de dónde somos, colgemos tapices de la Mare de Déu para que nos acompañe en los duros días que se avecinan», se leía en el mensaje que llegaba a los teléfonos móviles. La propuesta germinó enseguida y ayer ya era muy perceptible en las calles. Decenas de pendones que reproducen la pequeña escultura de la patrona y la imagen de la Señora Pepa, la beata que compite en devoción con la patrona local, cuelgan de los balcones.

¿Con qué finalidad? Es la fe la que mueve esos corazones. Lo que se busca es «protección, confianza, paciencia y responsabilidad. Que nos ayude a pasar estas circunstancias, que nos cuide y sobre todo que nos empuje hacia adelante, y que se note que somos un pueblo unido». Esa es la explicación de los impulsores. «Se trata de alentar, de animar a los católicos a buscar un poco de consuelo y de esperanza en momentos de tanta dificuldad», agrega el sacerdote.

Origen de los patronazgos

La alarma sanitaria desatada al avanzar la pandepidemia del coronavirus es la última prueba a la que se enfrentan los cristianos. La historia está repleta de plagas, pestes, hambrunas, grandes catástrofes, guerras y otros cataclismos de efectos devastadores. Las religiones intervinieron en todos los casos para servir de consuelo a las víctimas. «Los padronazgos están basados en el agradecimiento de los católicos a los santos que intercedieron para evitar las consecuencias del cólera, de cualquiera de las pestes que han asolado a la humanidad, e incluso en este territorio, de muchas riadas», admite Bernardo Darás Mahiques, cronista oficial de Carcaixent y promotor de la campaña de las banderolas que cuelgan en Carcaixent.

Darás, que también es archivero de la parroquia de la Asunción, supo de la iniciativa que había surgido en Algemesí para llenar los balcones de imágenes de su patrona y decidió promoverla también en su ciudad natal. «Antes los cristianos eran llamados a participar en rogativas, rezos colectivos o procesiones para pedir la intercesión divina frente a cualquier amenaza, pero ahora ya no es necesario salir, basta con acordarnos y aclamarnos a Dios», detalla el cronista y fervoroso seguidor de la Mare de Déu de l'Assumpció.

En la actualidad ya no es necesario recurrir a los silicios, flagelos o mortificaciones para mostrar arrepentimiento e implorar clemencia como antaño. «Ahora ya no existe esa mentalidad, pero junto a la preocupación de tener buenos servicios sanitarios, vacunas y atenciones sociales, muchos creemos que es necesario atender como es debido la parcela espiritual» defiende Darás, para quien en tiempo tan convulsos parece «más que nunca aconsejable mirar hacia arriba». Y, claro, está, también hacia los balcones.