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Fernando Delgado: «Leo, escribo y le doy vueltas a la angustia de los demás»

Critica la «charlatanería analfabeta» de algunos políticos y aplaude la actitud ciudadana

Fernando Delgado: «Leo, escribo y le doy vueltas a la angustia de los demás»

Posa para la fotografía con sus dos perros, tal como este diario le ha pedido. Está en su casa, en aislamiento, como buena parte de la ciudadanía. En su caso, además, por razones añadidas de salud. Recien acaba de salir del hospital y lo menos recomendable es salir a la calle. De hecho, hace tiempo que no lo hace. Es persona vulnerable al coronavirus. De ahí que sus dos amigos de cuatro patas no sean su salvoconducto para respirar aire puro. Pero Fernando Delgado no se queja. Se sabe (y lo dice) «privilegiado», con una casa «con hermoso jardín», y tiene ocupaciones intelectuales de sobra: leer, escribir, acabar alguna conferencia ahora aplazada, pero que algún día tendrá que dar. En eso, que no es poco, transcurre su día a día junto con Pedro, su compañero de vida. Sería, no obstante, incorrecto decir que el escritor solo llena sus días con la lectura, la escritura y manteniéndose informado (subraya la importancia de los diarios de papel) de la actualidad. En realidad, es la reflexión lo que más le ocupa. «Pensando en la hora de la muerte, siempre pensé en aspectos negativos que iba a sufrir la sociedad, pero nunca en una catástrofe de estas dimensiones». Delgado pone los focos largos y piensa que cuando acabe «el delirio de la enfermedad», vendrá «el suplicio para mucha gente». «Me parece mal que la feria del libro no se pueda poner en marcha o que no se celebren las Fallas, pero lo que me preocupa son los desniveles sociales y la angustia que se puede producir».

«Yo estoy en una casa de privilegio, con un hermoso jardín, puedo escribir, y leer, pero mi cabeza da vueltas a las angustias de los otros. No es sólo la enfermedad, sino la pobreza», relata. Quien fue diputado del grupo socialista la pasada legislatura, reclama «prudencia» y «acabar con la charlatanería analfabeta que a veces vemos en las autoridades públicas que buscan imagen en medio de la desgracia de los demás». «La política es un instrumento valioso para proteger a la gente, pero no para tratar de lucirse», dice. «Los discursos hay que cambiarlos, no hacen falta, sino acciones protectoras para la gente». Delgado salva a la mayoría de la ciudadanía, que se está comportando de forma «extraordinaria, con prudencia y equilibrio y orden social aplaudible».

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