El virus ha cambiado la imagen que ofrece el hospital. Lo describe la intensivista del Peset Mónica Crespo . «Hay menos gente y la cafetería, que suele estar llena, ahora está casi vacía. Los familiares de los pacientes están confinados y esto es una parte difícil de la situación que vivimos porque no pueden verse, tampoco en la UCI. Tienen las visitas restringidas y no vienen al hospital y se les informa telefónicamente, lo que genera mucha ansiedad. En la UCI solemos informar a los familiares varias veces al día y a veces con encuentros largos, de media hora o más. Ahora lo hacemos por teléfono y resulta muy frío porque no se les puede dar el apoyo que en persona sí intentas ofrecerles. Además, hay pacientes de Covid que están aislados y están muchos días solos. Y esa es la sensación de estos días, cómo a los pacientes ingresados el aislamiento les genera también niveles altos de ansiedad porque no tienen contacto directo con familiares».

«Además, mi hija (de seis años) está un poco malita estos días, tiene fiebre y eso cuando estás trabajando te hace obviamente estar pendiente de lo que tienes en el hospital, pero también tienes una parte de tu cabeza en casa y aunque nada tenga que ver con el virus, ahora se lleva peor».