El coronavirus no entiende ni de clases ni de geografías, y lo mismo te encierra en casa que te atrapa en el paraíso. Un grupo de ocho valencianas están viendo cómo un viaje de dos semanas a la isla de Bali (Indonesia), de esos que se guardan en la retina de por vida, se ha convertido en un angustioso periplo rodeado de incertezas.

«Llegamos el día 10. Llegando a Singapur nos enteramos de la cancelación de las Fallas y los primeros mensajes más preocupantes de Sánchez», comenta Carla Moltó, valenciana de 36 años. Ante el Estado de alarma en España, cuatro amigas del grupo, enfermeras, se marcharon, previo pago de un billete de mil euros, y el lunes llegaron a València. El resto, ahora mismo, vive momentos de angustia, alarmadas por cada noticia que llega, no solo de España, sino de cualquier lugar por donde deben pasar para hacer escala.

«Esto es un sube y baja de emociones brutal. Hemos hablado con la Embajada, el Ministerio de Exteriores. Todos te dicen 'coge el primer vuelo', pero llevamos dos días buscando vuelo, hablando con otros españoles en la misma situación (unos 200, calculan, algunos han sido vetados en la puerta del avión), y te puedes quedar en las escalas, en cuarentena en un aeropuerto, Singapur no deja pasar españoles», señala.

«Sentimos que estamos abandonadas, nadie nos sabe dar una respuesta concreta, si vienen a rescatarnos... Estamos algo asustadas, nos sentimos abandonadas. Dicen que los españoles van a poder volver a España cuando quieran pero es una farsa total. No nos dan apoyo en absoluto, nos dan más incertidumbre...», lamenta.

Tienen el alojamiento garantizado hasta el día 24, cuando sale su vuelo de vuelta que no saben si les llevará a casa. Mientras tanto, las vacaciones se han terminado. Bali ha cerrado sus cielos a nuevos turistas y han empezado las medidas de contención, cerrando escuelas y universidades. «Hemos tomado las medidas preventivas que podemos: no ir a bares, a sitios donde hay mucha gente, estar el máximo posible en el hotel», concluye.

Cruzar la frontera, una odisea

En una situación similar se encuentran los valencianos que, desde el lunes, tratan de volver a casa. Gema y su pareja, Marcos Juan, se fueron la semana pasada de viaje a Portugal, «para desconectar». Ahora, tras dos vuelos cancelados, dos noches más de hotel y 500 euros perdidos, consideran que «deberían haber facilitado las cosas para los españoles que querían volver».

«La alerta nos pilló en Oporto y el lunes nos cancelaron el vuelo a València. Tuvimos que viajar a Lisboa para volver, pero allí nos dijeron que cancelaban todos los vuelos hasta el día 27», relatan. Finalmente, tuvieron que coger un autobús con otros 20 españoles (y 9 valencianos) hasta Elvas, una localidad portuguesa cerca de la frontera. Desde allí alquilaron un taxi hasta el Hotel Lisboa de Badajoz: «Tiene gracia la cosa», apunta Gema sobre el nombre del hotel. Finalmente, ayer alquilaron un coche para regresar a València, aunque la policía les avisó de que no podían viajar más de dos personas en un mismo vehículo.

Gema lamenta las pocas soluciones que ofreció la embajada española en Lisboa, que les recibió a ellos y una decena más de españoles con las puertas cerradas y les negó una reunión con el embajador: «Pensaba que la embajada estaba para ayudar, pero no sirve de nada».

Solos en Nueva York

Pasear solos por Central Park, el Puente de Brooklyn o Times Square, así ha sido el viaje a Nueva York de cinco valencianos en plena crisis mundial por el coronavirus. «La ciudad está bastante vacía», relata Raquel Juliá durante sus últimas horas en 'la Gran Manzana'. Ella, su pareja y unos amigos salieron el pasado jueves hacia Nueva York, en plena expansión de la pandemia. A pesar que mucha gente se echaba atrás en la propia terminal del aeropuerto -de hecho, ellos iban a ser siete y terminaron viajando cinco-, Raquel no recuerda «nada especial» en el control de fronteras.

«Estaba todo tranquilo hasta hace dos días. Entonces, la embajada nos recomendó adelantar nuestro vuelo, programado para el domingo». Su idea inicial era la de esperar, pero tuvieron que desechar la idea con el paso de las horas y cambiar el vuelo en el mismo aeropuerto. Finalmente, su vuelo salió anoche, por lo que llegarán a España durante esta mañana.

Valencianos repatriados

El Ayuntamiento de Sagunt facilitó la repatriación de una vecina del Port, que está en Filipinas y tenía problemas para regresar, informa Mónica Arribas. El alcalde, Darío Moreno, no dudó en hacer de intermediario después de que la familia de esta mujer contactara con el ayuntamiento pidiendo ayuda, dado que las gestiones realizadas a nivel individual con el cuerpo diplomático eran en vano. «En estos momentos, se está desplazando hacia Manila par coger un vuelo a un tercer país y poder regresar. Esperemos que todo vaya bien», añadían fuentes municipales.

Un último caso es el de Álvaro Ruiz, un joven valenciano que lleva estudiando en Bruselas desde 2017 y que aterrizó ayer en València. «El jueves explotó todo allí. Mi hermano iba a venir a visitarme y no pudo», asegura Álvaro, que compró el billete el domingo, pero «no estaba seguro hasta el último momento».