Prácticamente desde el primer momento en que se veía venir a llegada del coronavirus se generó un temor que llevó a la ciudadanía a tener comportamientos compulsivos casi nunca antes vistos. Un ejemplo son las colas de los supermercados, con gente dispuesta a arrasar los lineales, y otro es el de los geles desinfectates y las mascarillas. En este último caso, además, se empezaron a agotar pronto pese a la advertencia de que no todas servían para evitar el contagio y alertando de que quienes las necesitarían de verdad se quedarían sin existencias.

La empresa de Gandia Vicky Foods, marca matriz de Dulcesol, se ha visto en esa situación. Por suerte, lo mismo que ante una contingencia la gente tiende a actuar de manera a veces inexplicable, en paralelo se suele generar una gran ola de solidaridad. Gracias a ello, los trabajadores de las fábricas Vicky Foods pueden seguir con su ritmo de producción y tienen aseguradas mascarillas para la seguridad de sus trabajadoras y trabajadores.

Por su condición de empresa alimentaria de primer nivel, las factorías Vicky Foods están habilitadas para trabajar y, de hecho, no solo están en estos momentos a pleno rendimiento con el objetivo de poder suministrar a todos sus clientes y evitar el desabastecimiento, sino que han reforzado la plantilla.

Lo que ocurre es que los operarios de algunas de las secciones de las fabricas de Gandia y Villalonga, por el tipo de trabajo que realizan, utilizan habitualmente mascarillas. Se trata de protectores hechos con papel que suministra la propia empresa. Con la llegada del coronavirus, Vicky Foods se ha encontrado con que actualmente no queda este tipo de elementos en el mercado. En parte, por la compra masiva de ciudadanos, pero también por que el Gobierno ha requisado un importante número de unidades para abastecer a los hospitales clínicas y residencias

Ante esta situación, y preocupados por que esta cuestión pudiera afectar a la producción, una trabajadora lanzó la propuesta de elaborar las mascarillas entre aquellos compañeros y compañeras con nociones de costura.

La idea gustó en la empresa. Rápidamente, la dirección puso en marcha la maquinaria para encontrar proveedores de los materiales necesarios. La firma ha adquirido tela doble de algodón (no serán de papel), gomas para engancharlas y agujas.

A la iniciativa se sumó un buen grupo de empleados y empleadas, especialmente de la factoría de Villalonga. La voz no tardó en correrse y ahora ya son alrededor de 70 personas de toda la comarca las que están elaborando mascarillas, tanto trabajadoras como no, para la plantilla de las fábricas de Vicky Foods.

Dos personas se encargan de entregar los materiales en las viviendas que voluntariamente se han ofrecido para elaborar las mascarillas. Para evitar entrar el contagio en esta situación sanitaria, adoptan todas las medidas previstas para dejar la tela, agujas y gomas en cajas, avisan y se marchan, como explica Mariola Juan, miembro de la dirección de Vicky Foods. Entre las voluntarias incluso se encuentran las religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, cuya residencia está en l'Alqueria de la Comtessa.

El trabajo empezó el martes y ya se han elaborado 700 unidades de mascarillas. Mariola Juan valoraba la iniciativa como «muy positiva» y ayer, en declaraciones a este periódico, agradecía «la buena respuesta de la ciudadanía de la Safor» porque «son una necesidad para asegurar la protección de los empleados y empleadas».