La crisis económica que sucederá a la sanitaria aún es un enigma. Sin embargo, hau maneras de pulsar las consecuencias en el presente hablando con sus protagonistas, los que regentan negocios que durante el Estado de Alarma han tenido que cerrar o quedarse abiertos. Si los comercios están en el interior de la provincia de València, la situación se agrava porque nunca fue boyante. Así, el Bar La Plaza de Aras de los Olmos solo tienen una forma definir esta situación: «Demasiado mal». Así se expresa Juan Carlos Raga, el propietario del establecimiento que hoy hará seis días que está cerrado. «Es nuestra fuente de ingresos, y lo más grave es que seguiremos cerrados en Semana Santa, cuando más dinero se hacía», lamenta. «Estoy muy agobiado, está todo muy negro», reconoce al otro lado del teléfono.

Cada día pierde dinero. No es solo la Pascua, sino que cada día, a su bar iban a comer vecinos y vecinas del pueblo y trabajadores y trabajadoras del entorno. Los fines de semana eran los turistas lo principales comensales y todo eso ha terminado a corto plazo. Las provisiones compradas para Semana Santa siguen en el congelador y los dos empleados que Juan Carlos tiene, están en ascuas.

Con el mismo nombre, Bar La Plaza, pero en Pedralba, Antonia Alzamora regenta un establecimiento donde los días fuertes eran los de Fallas. Ayer tendrían que haber cerrado la caja con la Cremà de la única falla que hay en Pedralba, y las cifras debían ser positivas. La caja ni se ha abierto esta semana ni lo hará en las próximas, cuando las vacaciones de Semana Santa también ayudarían a remontar un invierno que ha sido «muy flojo». «Aquí todos los días tenemos a madres y padres desayunando, trabajadores almorzando y comiendo y cenas todos los fines de semana», dice Antonia. «Ahora directamente no tenemos ingresos y no sabemos cuánto va a durar esto», lamenta.

Mientras, en los supermercados el ánimo no ha decaído tanto, aunque el volumen de venta que se ven en las grandes ciudadaes no llega allí: ni para bien, ni para mal. Rafael Huerta, de Supermercado Marisol en Aras de los Olmos, solo tiene al estanco, donde venden comida, de competencia y no duda al afirmar que las ventas «incluso han bajado» esta semana. En Los Serranos no hay psicosis, por lo que los habitantes compran lo necesario, como en la rutina habitual, pero con el confinamiento se han reducido las salidas. A este ultramarinos también le preocupa la suspensión de la Semana Santa, un periodo donde las ventas aumentan gracias a los visitantes y personas con segunda residencia en la localidad.

En Pedralba, el Charter que abastece a los habitantes está gestionado por Pascual Serigó y reciben a más clientes porque dan servicio a algunos pueblos de alrededor, como Bugarra. Pese a todo, «la semana pasada compraron bastante y ahora está todo más tranquilo pese a que mucha gente de València ha subido a los chalés», señala. Sin embargo, confía en recuperarse porque «comer hay que comer igual» y cree que su negocio familiar «no sufrirá consecuencias económicas como los bares», ya que ahora «la comida y los cafés se hacen en casa».