En València hay 43.124 personas mayores de 64 años que viven solas, un 5,4 % de la población total de la ciudad. Siete de cada diez son mujeres y un tercio, mayores de 79 años. Son datos de junio de 2019 que cobran especial relevancia estos días de confinamiento.

Esta reclusión puede provocar ansiedad y depresión a la población en general, pero de manera más significativa a personas mayores en hogares unipersonales. «Las personas mayores son más propensas a sufrir depresión, una situación que se puede acentuar en estos tiempos de incertidumbre ante la alerta sanitaria», advierte la psicóloga valenciana María Infante.

«La disminución significativa de las actividades y rutinas cotidianas, una baja estimulación sensorial y una disminución del contacto social pueden alterar su estado anímico», coincide la profesora de Psicología de la UOC Alba Pérez.

Los expertos alertan de que la situación excepcional por Covid-19 acentúa el aislamiento social de este colectivo. La soledad presenta sus propios riesgos para la salud. «Si la persona que vive sola solía salir y tener contacto social, el aislamiento puede influir negativamente en su estado de ánimo, favoreciendo ciertos estados depresivos», añade la experta en Psicología y envejecimiento de la UOC Montserrat Lacalle. «No hay que olvidar que ser población de riesgo les puede llevar a tener una percepción más negativa de la situación, con un aumento de la sensación de vulnerabilidad y miedo».

En esta línea, Infante sostiene que esta «insistencia» en incluirlos en población de riesgo «aumenta la preocupación entre los más mayores, que ya por la edad se sienten más vulnerables a la enfermedad».

La experta valenciana recomienda seguir los mismo consejos que a la población en general, pero con algunas especificaciones. Mantener rutinas diarias, hacer ejercicio, seguir un horario y mantener el contacto con familiares es «vital» para todos. Sin embargo, Infante incide en que los mayores no deben descuidar, además, ciertos hábitos como «mantener en forma la mente con actividades como leer o hacer pasatiempos». Insiste también en llevar a cabo las labores del hogar en la medida que les permita su situación física y, sobre todo, «no descuidar la alimentación, no dejar de cocinar aunque solo sea para uno o dos y no pasar más horas en la cama y vigilar las horas de sueño». «Al ser mayor, se puede tender a querer pasar más tiempo acostado o incluso a no querer cocinar para uno solo. Esto se debe evitar», dice la psicóloga valenciana.

Para gestionar el aislamiento y reducir la angustia, Lacalle recomienda a la gente mayor pensar que es una situación puntual que, a pesar de su importancia, pasará. Se trata de procurar mantener la paciencia y ver que es un hecho temporal.

«Hay que poner el pensamiento en el mañana. A menudo, cuando la realidad del momento no es agradable, pensar en lo que encontraremos cuando termine nos puede ayudar», señala.

Mantener la comunicación con los familiares y amigos también es clave. «Deben evitar encerrarse en sí mismos y procurar un contacto regular con amigos y familiares ya sea por teléfono o videoconferencia», remarca Pérez. Hay una parte importante de la población mayor, casi el 50 % de los mayores de 65 años, que ya se conecta a internet desde su casa y en la mayoría de los casos lo hacen a través de su móvil. En un colectivo para el que WhatsApp es la aplicación preferida, es importante que en situaciones como esta se acentúe el uso de esa herramienta como canal de sociabilización. «Para aquellos que navegan por internet, es un buen momento para entrar en contacto con comunidades virtuales para compartir intereses como lectura, cine, cocina o fotografía. Y también es una oportunidad para aprender a hacer cosas nuevas a través de la red, como apuntarse a algún curso de pintura o de escritura», dice.

«Otro enemigo es la inactividad», advierte Lacalle. Por lo tanto también es clave planificar las tareas a realizar cada día, aunque muchas de ellas puedan ser a nivel doméstico. «Aunque sean actividades menores, el objetivo es evitar la inactividad que puede desembocar en un bajo estado de ánimo», añade. Las tareas domésticas, más allá de ayudar a mantener la mente ocupada, también son una forma de ejercicio físico: hacen que las personas se muevan por casa y que circule la sangre. Para contribuir a mantener una salud general, Lacalle recomienda, además, pasear diariamente, en la medida de lo posible, por los diferentes espacios de la casa.

Y sobre todo, evitar la exposición excesiva a información sobre el coronavirus. «Está bien mantenerse informado, pero hay que elegir medios de comunicación contrastados y reservar unos momentos concretos para hacerlo. También es necesario saber desconectar de las noticias», concluye Pérez.

Evitar el contacto físico

Justo y María José tienen 80 y 78 años, respectivamente. Esta crisis les ha pillado en plena convalecencia de Justo de una operación leve, «pero eso no quita que estemos algo asustados», dice María José. «No paramos de escuchar que somos población de riesgo y eso se nota en el ánimo», señala Justo, quien explica que «tampoco dejamos que nuestros hijos vengan a casa o nos traigan la compra. Cuanto menos contacto físico tengamos con otros, incluso aunque sean nuestros hijos, mejor. Sí que hablamos todos los días con ellos varias veces e intentamos mantenernos ocupados cocinando o leyendo».

Ellos sí se han tomado a rajatabla las recomendaciones de las autoridades sanitarias «para que todo esto acabe lo antes posible y bien para todos».