Las restricciones de movimiento y la cuarentena en casa forzada por el coronavirus y el estado de alarma se empiezan a imponer en los puntos negros del trapicheo y la venta de droga del Cabanyal tras varios días de relajación en su cumplimiento.

El virus no logró cerrar en los primeros días del estado de alarma el mercado de la droga de las travesías de Pescadores, Amparo Guillem y Progreso y del entorno de los bloques portuarios, donde el pasado fin de semana incluso se llevaron a cabo con total normalidad las celebraciones del culto evangélico con la consiguiente aglomeración de personas.

Así lo denunciaron los vecinos hace unos días. «Cuando el coche patrulla circulaba por la zona tras ser alertado por los vecinos, los fieles se escondían y al marcharse la policía volvían a reunirse». «Este tipo de comportamientos incívicos nos ponen en peligro a todos», añaden los residentes de la zona.

Primeros días: «Un cachondeo»

Los vecinos confían en que el incumplimiento de las medidas del estado de alarma se vaya corrigiendo tras unos primeros días en los que esta medida extraordinaria ha sido «un cachondeo». Después de varias intervenciones de la policía por avisos de de los propios vecinos del Cabanyal, que en su gran mayoría están acantando la orden de confinamiento, por la presencia de grupos en la calle, las restricciones del estado de alarma empiezan a acatarse.

El pasado fin de semana, ya decretadas las medidas de confinamiento domiciliario, se pudo ver en el entorno de la renovada plaza del Rosario a los habituales vendedores de droga del barrio acomodados con un sofà en plena calle esperando a los clientes, según han relatado testigos presenciales a este diario.

«Están en las mismas esquinas de siempre y son los mismos vendedores de siempre», aseguran los vecinos. «El peligro de contagio es evidente pues hay momentos en que se juntan 6 y 8 personas entre distribuidores y consumidores», especifican.

Jugando en el parque

La presencia de grupos de personas, menores y adolescentes, en las plazas del Rosario y Lorenzo de la Flor, jugando en los columpios o tomando el sol en los bancos ajenos al estado de alarma también ha causado malestar de los vecinos confinados.

Desde la entrada en vigor del decreto de estado de alarma y hasta el 17 de marzo, los agentes de la policía local de València habían impuesto 12 denuncias a particulares y a dos empresas por incumplir las directrices del gobierno. Las multas ascienden a entre 1.000 y 60.000 euros.

Fuentes de la Policía Local, un servicio que dirige el socialista Aarón Cano, confirmaron el viernes que los agentes han intervenido en varias ocasiones en el barrio y siguen haciéndolo ante el incumplimiento del estado de alarma y la preocupación social al contagio.