«Cuando salgamos de esto ya nada será lo mismo». Una semana sin salir a la calle no parece demasiado si sabes como llenar tu tiempo. Ni Julia ni Amparo protestan. Son dos hermanas jubiladas que creían que esto solo podía pasar en las películas hasta que sin cambiar de canal un día la realidad se hizo ficción. Increíble. «Esto -dice Julia - servirá para que las personas tomemos conciencia y cambiemos muchas cosas».

Mientras tanto la vida sigue, y lo hace casi con normalidad, se visten cada día como si fueran a salir, se cuidan y cocinan sin hacer acopio de comida, si asustarse porque se tienen la una a la otra. Regentaban una fábrica de cirios y a su decoración dedican parte de las largas horas de confinamiento. «Ha sido una buena idea. Ha sido necesario si queremos sobrevivir por que esto es un aviso de lo que puede pasar en el futuro» cuenta Amparo.

En el salón un ventanal sobre el parque del oeste, mucha luz y un horizonte que te deja ver las montañas. En la pared un reloj de cuco que no deja de recordar que el tiempo pasa sin que pase nada y abajo la calle Enguera desierta. Julia observa el exterior contaminado, «aunque a mi no me moleste estar en casa eso sí que me da pena, las calles vacías. Te hace ver la vida de otra manera. Nada volverá a ser igual».